viernes, noviembre 22, 2024
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¿Quién dijo, otra vez, libertad de prensa?

Como cada 3 de mayo, Freedom House publicó su informe sobre libertad de prensa. La organización, que se presenta como apartidaria y sin fines de lucro es, en realidad, uno más de los canales de intervención de Estados Unidos en la política interna de otros países.

La fundación norteamericana Freedom House suele aprovechar la efeméride del 3 de mayo, Día Mundial de la Libertad de prensa, para publicar su informe anual donde cataloga a los países en función de si existe o no libertad de prensa según sus criterios. El informe y sus conclusiones son replicados por los grandes medios que han sostenido posiciones monopólicas o dominantes, en especial de aquellos países donde Freedom House considera que hay, según el caso, “límites”, “ataques” o “restricciones” a la autodenominada “prensa libre”. O, en las categorías que utiliza: si la prensa es “Libre”, “Parcialmente libre” o “No es libre”.

Freedom House se autoproclama como una organización sin fines de lucro, apartidaria y que apoya el “cambio democrático, monitorea la libertad y aboga por la democracia y los derechos humanos”. Así, se asume como referente vinculado a la Libertad de Prensa cuando su historia, sus integrantes y financistas revelan que se trata de una de tantas organizaciones que, por sus vínculos con el Departamento de Estado, son el canal de intervención de Estados Unidos en la política interna de otros países bajo la cobertura de fundaciones y ONGs presentadas como independientes y apartidarias.

EL INFORME 2014
En el informe 2014 de Freedom House repite gran parte de estas categorías, con mínimas variantes de su informe 2013. Según Freedom House hay 5 países sin libertad de prensa en América: México, Ecuador, Honduras, Venezuela y Cuba. En el 2013 eran 6: los mismos 5 y Paraguay.

Los diarios de esos países replicaron esta idea. La mera publicación ya indica la desproporción entre la realidad y las conclusiones de este informe. Publican que no hay libertad de publicar. Un juego perverso de intereses políticos y financieros que impacta directo en la opinión pública y la sensación de miedo e inseguridad social.

“Ecuador está en el grupo de países sin libertad de prensa”, tituló el diario Hoy, propiedad de la familia Mantilla, vinculada históricamente a la Sociedad Interamericana de Prensa. Otros medios siguieron esa línea, como El Diario que publicó “Ecuador está entre los países sin libertad de prensa, según Freedom House”, o La Hora, “Ecuador, ratificado entre los países sin libertad de prensa”. En Venezuela la réplica del informe de Freedom House la tomó entre otros El Nacional, que tituló “Venezuela es uno de los cinco países sin prensa libre en América Latina”. En Honduras, El Heraldo afirmó “Honduras sin prensa libre” y La Prensa sostuvo: “La libertad de prensa, en su ‘nivel más bajo’ en el mundo en una década”. Otro tanto ocurrió en México, donde el El Universal publicó “México, peligroso para el periodismo: FH (por Freedom House)” y decenas de diarios publicaron que en ese país no hay libertad de prensa. Incluso La Jornada tituló: “Sólo una de cada seis personas vive en un país con prensa libre: informe”

En todos los casos, más allá de las particularidades de cada país y de las efectivas condiciones que existen, por ejemplo, en México y Honduras, para el ejercicio del periodismo –de los periodistas, no de los empresarios de medios-, diarios, radios y canales reprodujeron exactamente las conclusiones de Freedom House. La operación se reveló a sí misma.

En el caso argentino, Clarín privilegió la autoreferencia y tituló: “Un informe sobre la libertad de prensa advierte por los ataques contra Clarín”. Pero en la misma nota deja entrever la trama oculta de estos informes: “El informe fue elaborado por la organización independiente Freedom House, pero tuvo la particularidad de ser difundido en el marco del Departamento de Estado y con un funcionario del gobierno de Barack Obama entre los expositores”. La particularidad, en este caso, es regla.

PERSEGUIDORES DE LA LIBERTAD: CONFESIÓN DE PARTE
Freedom House nació en 1941 en Washington, donde aún tiene su sede. También cuenta con oficinas en Nueva York, Bélgica, Jordania, Kirguistán, México y Sudáfrica. Se presenta como una organización independiente de “vigilancia” dedicada a la expansión de la libertad en el mundo. Pero sus vínculos con la política externa norteamericana y con las fundaciones de grandes corporaciones o filántropos del mundo financiero revelan que sus intereses distan de los que expresan.

Los vínculos con el Departamento de Estado norteamericano son explícitos. Actualmente, el presidente de Freedom House es David J. Kramer, un ex funcionario del Departamento de Estado, donde George Bush hijo lo nombró en 2008 Secretario de Estado adjunto para la Democracia, los Derechos Humanos y el Trabajo. Su antecesor fue William Taft IV, bisnieto del ex presidente estadounidense William Howard Taft, y compañero de estudios del actual Secretario de Estado John Kerry.

Freedom House tiene su propio ranking de benefactores según la cantidad de dinero que aporten. Según lo que publican en su web, el Departamento de Estado milita en la categoría máxima, los “Freedom Trailblazer” (en inglés, “Perseguidores de la Libertad”), que aportan 250.000 dólares o más (el máximo no está publicado). Otro “Perseguidor de la Libertad” es la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo (USAID, sus siglas en inglés), una agencia del gobierno norteamericano denunciada por intervenciones que exceden la colaboración en desarrollo en numerosos paises. La USAID fue expulsada de Bolivia por el presidente Evo Morales acusada de utilizar sus fondos para conspiraciones destituyentes y desestabilizadoras.

Los que aportan entre 100.000 y 250.000 dólares son los Freedom Champion (“Campeones de la Libertad”). Ahí figuran la Fundación Ford y Google, que hace poco reconoció que espía los mails de sus usuarios. También la Fundación León Levy, financista y filántropo de Wall Street. También aportan fondos en otras categorías Facebook, Yahoo, Disney, AT&T, Goldman Sachs y diversas fundaciones.

Según publica Freedom House, estos aportantes varían año a año. En 2012-2013, contaban con aportes de la Broadcasting Board of Governors, que cuenta entre sus miembros al Secretario de Estado Kerry, el Banco Mundial e incluso la empresa Lockheed Martin, la mayor fabricante de armas del mundo y principal contratista de defensa del gobierno norteamericano.

El mapa financiero de Freedom House revela el engaño de su presentación como independiente y apartidaria.

FREEDOM HOUSE ARGENTINA
En su informe 2014, Freedom House sostiene que la libertad de prensa en Argentina es parcial, y colocó al país en el puesto 106 de 167, con un puntaje de 51 (ver más adelante la metología) al igual que Malawi y Nigeria. En 2013, Freedom House presentó a cada país con una breve introducción sobre su historia. En el caso de Argentina, mencionó que se independizó de España en 1816 sin hacer mención a la Revolución de Mayo de 1810. De ahí saltó hasta 1955 y sostuvo que Juan Perón encabezó un régimen populista y autoritario hasta el fin de su gobierno, sin mencionar que fue derrocado por un golpe militar. Afirmó que a partir de 1955 se sucedieron dictaduras del “ala derecha militar” hasta 1983, salteándose varios gobiernos constitucionales. Por último, afirmó que el retorno democrático puso fin a la “guerra sucia, que fue emprendida contra disidentes verdaderos o sospechados por el régimen de militares de extrema derecha”. El informe hizo un recorrido desde 1989 hasta el 2012, donde afirmó que la libertad de expresión estaba garantizada por ley pero no mencionó la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA). Aún así, sostuvo que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner limita la libertad de prensa en la práctica. La única mención que Freedom House hizo de la LSCA fue cuando denunció una supuesta presión a la Corte Suprema de Justicia para que resolviera la causa iniciada por el Grupo Clarín, en la cuál finalmente se dictaminó la plena constitucionalidad de la norma. En el informe 2014, le dedican un breve párrafo a cada país. En el caso argentino, afirma que la libertad de prensa es parcial porque hay un clima de medios polarizado y ataques retóricos y verbales desde el gobierno a los medios, y menciona la constitucionalidad de la LSCA.

En síntesis, más que un desconocimiento de la historia argentina, revelan una posición ideológica que no sólo abona la Doctrina de Seguridad Nacional sino que oculta el rol de EEUU en la promoción de los golpes militares y las complicidades civiles, incluidos los medios de comunicación, y el cambio de paradigma en la pluralidad comunicacional que implica la LSCA.

Freedom House explica la metología para confeccionar sus rankings y puntajes. Los países obtienen un puntaje de 0 a 100 a través de 23 preguntas divididas en subtemas legales, económicos y políticos. En este método, cuanto más alto sea el puntaje peor es el estado de la libertad de prensa. Para confeccionar sus bases de datos reciben información de individuos y organizaciones de cada país, en especial los que forman parte del la red de Intercambio Internacional por la Libertad de Expresión (IFEX, sus siglas en inglés). Según IFEX, la integran 88 organizaciones de todo el mundo. De Argentina, sólo son miembros el Foro de Periodismo Argentino (Fopea) y la Asociación de Derechos Civiles (ADC). Todo se encadena.
TODOS UNIDOS TRIUNFAREMOS
La reproducción y circulación de los informes de Freedom House y otras organizaciones que realizan tareas similares funciona a través de redes que nuclean centenares de empresarios de medios. Estos han construido diversas organizaciones para la coordinación comunicacional de sus líneas editoriales y sus intereses económicos. Algunas de ellas, sean de diarios, radios o televisión, son la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), la Glotal Editors Network (GEN), la Asociación Internacional de Radiodifusión (AIR), la Organización de Asociaciones de Empresas de Televisión Pagada de Iberoamérica (TEPAL), entre muchas otras. A nivel local, el ejemplo es la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA).

Lo cierto es que más allá de los sellos, los miembros se repiten de una a otra y coordinan su trabajo en defensa mutua. Un ejemplo claro fue la audiencia convocada por la Corte Suprema por la LSCA, donde quedó en evidencia el rol de estas organizaciones: la SIP apoyó sistemáticamente al Grupo Clarín en su crítica a la LSCA: la AIR, TEPAL y ADEPA fueron Amicus curiae del Grupo Clarín. En el caso de la GEN, creada en 2012 y que reúne editores de diarios de todo el mundo, su primer presidente –reelecto en 2013- fue Ricardo Kirschbaum, editor general del diario Clarin. Todo se encadena.

La trama oculta de Freedom House y de estas organizaciones revela que sus miembros, financistas y su rol a lo largo de la historia abonan a un concepto restringido de libertad de prensa, vinculado a la defensa de intereses corporativos ocultos bajo un velo apartidario y de supuesta independencia.

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