El poder de los vinos: ¿Cuáles seducen a las mujeres?
Es común asociar el gusto femenino con las variedades dulces o suaves. Sin embargo, el sommelier especializado Fabricio Portelli, revela qué variedades las conquistan.
El vino -como el mundo- fue machista desde sus orígenes. Pero al igual que toda tendencia negativa, está cambiando. Eso explica que cada vez más mujeres sean protagonistas en la industria del vino, logrando que cada año se encuentren más bodegueras, ingenieras agrónomas, enólogas y sommeliers, las cuales gozan de un merecido reconocimiento como sus pares masculinos.
Y si bien esto ha acercado muchas más consumidoras al vino, la igualdad en las preferencias no es similar. ¿Por qué las mujeres son mucho más exigentes y piensan más antes de elegir una botella? La igualdad entre hombres y mujeres es algo natural, pero mucho más cuando se habla de derechos y obligaciones que de gustos y preferencias. Porque -esencialmente- el hombre y la mujer son distintos. Y esas diferencias no hay que tratar de disimularlas, sino más bien entenderlas.
Empezando por lo más básico: la elección. Mientras el hombre muestra más interés en variedades, orígenes, personajes involucrados y hasta puntajes en publicaciones, a la mujer se la seduce por otro lado. Porque el vino es un catalizador del placer y una buena selección de la etiqueta puede convertir un momento cotidiano en uno especial; o una comida de amigos en una celebración inolvidable.
Las publicaciones -por lo general- están orientadas a un consumidor masculino. Las mujeres, en reiteradas oportunidades, no sólo dejan de verse atraídas por la abundante información que hay sobre vinos, sino que no le encuentran el sentido. Y esto no significa que sean menos efectivas a la hora de elegir una botella. Porque, contrariamente a los hombres, las mujeres toman al vino muy en serio. Para ellas, es ese detalle que puede marcar la diferencia de un momento. Ya sea en un encuentro entre amigas, en una comida romántica, o en una celebración familiar.
Los vinos que ellas prefieren
Muchas cosas se dicen, pero muy pocas están científicamente comprobadas, ya que el paladar es un sensor muy complejo que, conectado con el cerebro, se hace muy difícil de interpretar. En el gusto por un vino influyen tantas variables externas como internas. Y casi sin darse cuenta, el público femenino pondera más un vino por cómo la pasa en ese instante que por la calidad del vino en sí mismo.
Si se habla de preferencia, es adecuado generalizar. Primero, desterrando el mito que a ellas les gustan más los vinos suaves, livianos y dulces. En definitiva, son muchos más los hombres que buscan esos vinos, que las mujeres. Es cierto que lo más importante es si gusta o no gusta. Pero para llegar a entender cuál si y cuál no, hace falta ir un poco más allá.
LAS MUJERES SE VEN CONQUISTADAS POR LA SUAVIDAD EN LAS TEXTURAS FIRMES DE LOS VINOS.
Así, mientras el hombre puede ponderar su austeridad y longevidad, la mujer puede criticar su falta de expresión y, sobre todo, sus texturas (casi agresivas). Sin dudas, el paladar de la mujer es más sensible, porque está más entrenado. Y eso explica que perciban muchos más aromas y sabores que el hombre. Así, mientras ellos le escapan a los vinos fragantes y perfumados, ellas se dejan seducir por esos perfumes.
Un dato no menor para ellas es el nombre del vino. Y no por la marca en sí, sino por el diseño de la etiqueta o lo atractivo que se vea la botella. Pero sin dudas, lo más importante está en la boca. Por eso, para que un vino quede grabado en la memoria femenina, debe ser ante todo expresivo. Sus sabores, sus texturas, su frescura. Su paso por boca debe ser sutil, pero marcado. A ellas no les gusta la indiferencia, sino más bien que sea definido. Por eso, tintos como el Pinot Noir, suelen ser sus favoritos. No por casualidad es el vino más caro del mundo. Ya que logra tener mucho de vino tinto (aspecto y longevidad), pero con atributos de blanco (textura y frescura).
El Malbec también se destaca entre ellas. Porque hoy, en su gran mayoría, logran ser frescos, amables y muy expresivos. De paladar fluido, y ágil con taninos que dejan una suave huella, y una persistencia frutal fácil de percibir. También, los blancos delicados y elegantes, como los buenos Chardonnay, Viognier o Chenin, suelen aceptare mejor a su paladar que los vibrantes Sauvignon Blanc. Por supuesto los vinos dulces de cosecha tardía; más que los tintos fortificados.
Fuente: Infobae.com