lunes, noviembre 25, 2024
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Disfunción eréctil: crece el uso de un tratamiento corto y sin pastillas

Es un procedimiento con ondas de choque de baja intensidad que se aplica en cuatro sesiones de 20 minutos. En el país ya hay tres equipos de última generación para realizarlo.

 

Los números dicen que cinco de cada 10 hombres sufren disfunción eréctil entre los 40 y los 70 años. Para resolver el problema, la mayoría recurre a fármacos que se ingieren por vía oral y que garantizan altas tasas de éxito. Pero quienes tienen contraindicado su consumo, o buscar alternativas diferentes pueden optar por otros tratamientos entre los que se inscribe un procedimiento no invasivo que mejora significativamente la función hemodinámica del pene y cuyo uso crece en la Argentina.

Está indicado en pacientes con disfunción eréctil de origen vascular causada por factores como hipertensión arterial, diabetes, trastornos con los lípidos, tabaquismo, sedentarismo u obesidad, entre otros. Se calcula que el 70% de los hombres que tienen dificultades para conseguir una erección es debido a un problema vascular. La terapia consiste en aplicar ondas de choque de baja intensidad para estimular la generación de nuevos vasos (es decir, estimular la angiogénesis).

“Es un procedimiento inocuo: realmente no duele y no tiene efectos adversos. Es corto, se hace en cuatro sesiones de 15 a 20 minutos, con resultados aceptables. Y puede aplicarse en quienes tienen contraindicados los fármacos”, comenta Guillermo Gueglio, jefe de la sección de Oncología Renal y Patología Retroperitoneal del Hospital Italiano, institución que en marzo incorporó el equipo de última generación con el que se realiza esta terapia.

Edgardo Becher, médico del servicio de Urología del Hospital de Clínicas y director del Centro de Urología (CDU), donde aplica este tratamiento hace un año y medio coincide: “Se trata de una línea terapéutica interesante porque tiene la potencialidad de mejorar el estado eréctil del paciente aumentando la microcirculación peneana. Sus principales ventajas son que es un método no invasivo que no invalida a las otras opciones terapéuticas y no posee contraindicaciones. Sólo hay que indicarlo en la población adecuada”.

Las ondas de choque de baja intensidad se aplican a través de un transductor que durante las sesiones se coloca a cada lado del pene y en la raíces. Se realiza en forma ambulatoria y, por ser indoloro, no requiere anestesia.

El índice de satisfacción ronda el 70%. Se evalúa a través de la comparación de las respuestas a un cuestionario estándar que el paciente contesta antes de someterse al tratamiento y a unos tres meses de haberlo finalizado. “Hay pacientes que mejoran mucho, otros no tanto y algunos nada”, explica Gueglio. “Por supuesto, todo dependerá de dónde partimos: si el hombre es obeso, fumador, hipertenso, sedentario será difícil que podamos ayudarlo, pero por suerte no es la generalidad”.

 

Los fármacos inhibidores de la fosfodiestarasa 5 (sildenafil, tadafil y vardenafil) siguen siendo la primera línea terapéutica en la mayoría de los casos de pacientes con disfunción eréctil, salvo que lo tengan contraindicado. De todas maneras, no son excluyentes. “Hay pacientes respondedores a este tipo de tratamientos que pueden acompañarlo con este y en muchos casos no sólo mejoran la erección si no que pueden dejar de tomar las pastillas”, señaló Gueglio. A diferencia de las píldoras, esta terapia ataca la causa y no el síntoma y no obliga a programar las relaciones sexuales.

El trabajo pionero sobre este tratamiento se presentó en 2010, pero recién entre dos y tres años después comenzó a utilizarse con mayor frecuencia a nivel mundial. Este año se presentaron trabajos al respecto en el congreso de la Asociación Americana de Urología (AUA, por sus siglas en inglés). Actualmente en el país la terapia está disponible en el CDU, el Hospital Italiano y el Instituto Médico Especializado.

Entre las últimas novedades para el tratamiento de la disfunción eréctil se encuentran también las prótesis peneanas inflables con nuevos diseños y una cubierta de antibióticos que aumentan la respuesta funcional y cosmética de la erección, disminuyendo sensiblemente la tasa de complicaciones, en especial de infección posoperatoria. “Lo hacemos en forma ambulatoria con altísimo grado de éxito en pacientes que no responden a terapias menos invasivas”, manifestó Becher.

 

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