viernes, noviembre 22, 2024
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Sólo un gato negro cuida la bóveda de Julio Grondona

A un año de la muerte del dirigente, casi nadie visita su tumba en el cementerio de Avellaneda. Sólo la familia colocó una placa en el pequeño mausoleo. NI la AFA ni la FIFA lo recordaron.

Julio Grondona lleva un año muerto. Ajeno al descalabro terminal del fútbol argentino que produjo su partida y sospechoso post-morten en el escándalo de la FIFA, es desecho, polvo nomás, materia inútil. Alcanzó el destino inexorable y, más temprano que tarde, se convierte en ese olvido inevitable del que hablaba Borges. No hay recordatorios en los avisos fúnebres, no hay actos organizados por la AFA, sólo una mujer y cuatro hinchas de Arsenal visitaron su tumba vigilada por un gato negro que pasea por la vereda de la calle 17 Bis en el cementerio de Avellaneda. ¿Descansará en paz?

“Hay pocas visitas” dice el señor Díaz, uno de los empleados municipales del lugar. No quiere dar muchos datos. “La familia, de vez en cuando”, dice. “Y la gente”, cuenta. Dice que son vecinos del barrio, comunes, anónimos, con un discurso común: “Gracias a él me hice la casa, me daba los materiales y le pagaba como podía”. El señor Díaz afirma que en un año no vio a ningún futbolista, técnico ni dirigente que se acercara a la construcción de mármol negro identificada en el capitel con los apellidos “Pariani-Grondona”. “El venía seguido”, cuenta otro empleado. Uno de sus nietos lo llevaba en una camioneta blanca. Don Julio repasaba las placas de bronce con un trapito donde descansaba Nélida Pariani, su mujer de toda la vida. Sabía que, alguna vez, el también estaría en esa bóveda, vecina a la de “Lombardi-Grondona”, sobre la misma calle interna, tres cuadras a la derecha de la entrada de la avenida Crisólogo Larralde.

Hay ocho placas en la bóveda alrededor de la puerta de madera negra lustrada, cortada por cuatro vidrios limpísimos. Una cortina de lino, prolija, todavía blanquísima impide ver los féretros apyados sobre dos plataformas; en la de abajo está don Julio, en la de arriba doña Nélida. Seis de las placas recuerdan a la mujer, una a Grondona, tributo de la Asociación de Fútbol de Japón, fechada en marzo. La última la colocaron esta semana: “A un año de tu partida…” y está firmada por “los hijos, hijos políticos, nietos y bisnieta”. Y nada más. Ni de la AFA, ni de la Conmebol, ni de la FIFA ni de Agremiados ni de ningún club. En la página oficial de la AFA sólo se reproduce la nota aparecida en la revista de la entidad del mes de julio. Los sites de Independiente y de Arsenal no recordaron el aniversario.

Grondona no es el único habitante ilustre del camposanto. A su izquierda, a pocos metros, en los nichos comunes está el cuerpo de Héctor “Chirola” Yazalde; al fondo el de Luca Prodan; el de la actriz Graciela Zimmer, el de Barceló y el de Ruggerito; y el monumento “A los combatientes caídos en Viejo Bueno”. El cementerio está abierto de 8 a 17. Con las primeras sombras suelen aparecer las ratas, de vez en cuando hay robos furtivos de los metales de las placas que preocupan a la directora Silvia Cantero, “fana” de Independiente y futura candidata a concejala por el FPV. Al atardecer de ese sur del sur cercano, el escenario corresponde al imaginario: frío, gris, silencio, soledad y lluvia inminente. ¿Qué se puede esperar de un cementerio? Hay pocas flores. La mujer anónima ya se fue; los cuatro hinchas caracterizados de Arsenal que hicieron una especie de guardia pretoriana se retiran lentamente.”Es de acá”, dicen los sepultureros cuando se les señala el gato negro paseando en la calle 17 Bis. Va y viene, camina en la vereda de baldosas blancas, se acomoda en la puerta de la bóveda de Grondona. Ya llueve.

Fuente: Clarin

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