jueves, noviembre 21, 2024
Salud

Casi la mitad de las especies de aves están amenazadas por la tala de árboles y la intensificación de la agricultura

Las aves actúan como un “termómetro” de la salud de los ecosistemas y desde hace tiempo alertan sobre los problemas ambientales. Según un último informe global, un 49% de las 11.000 especies de aves en el mundo están en declive. Las principales amenazas incluyen la expansión de la agricultura, la tala de árboles, especies invasoras, caza furtiva, cambio climático y desarrollo urbano, según la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife).

En España, el 56% de las aves presentan problemas de conservación, y el 25% de la avifauna está en categorías de riesgo de extinción, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Las aves agrícolas y comunes en Europa son las más afectadas, con una disminución del 12% en tres décadas. La Agencia Europea de Medio Ambiente considera improbable que este declive se revierta para 2030. A tiempo que propicia una mayor aplicación de políticas de conservación, ya que las aves aportan beneficios ecológicos, como la dispersión de semillas y el control de plagas.

La Unión Europea utiliza el Índice de Aves Comunes como un indicador de desarrollo sostenible. Asunción Ruiz, directora de SEO/BirdLife, subraya la urgencia de liderar la conservación de la naturaleza para garantizar la salud y calidad de vida humana. Además, Ramón Martí, de SEO/BirdLife, enfatizó la necesidad de conservar la biodiversidad urbana, ya que, por ejemplo, la población de gorriones comunes han disminuido un 20%.

La expansión de la agricultura es una de las principales causas de la disminución de aves. Este fenómeno afecta a un 73% de las especies amenazadas. La intensificación agrícola altera los hábitats naturales, reduce la disponibilidad de alimento y provoca un uso excesivo de pesticidas y fertilizantes, que contaminan el suelo y el agua, que afecta a toda la cadena trófica. Especies comunes en los campos de cultivo hace 20 años, como la alondra, la calandria o la codorniz, experimentan declives poblacionales importantes.

La tala de árboles impacta sobre un 50% de las aves. La deforestación para la obtención de madera y la expansión urbanística y agrícola destruye hábitats esenciales para muchas aves, que las deja sin refugio y sin lugares adecuados para reproducirse.

Las especies invasoras, que afectan a al 40% de las aves, compiten con las aves nativas por recursos y aumentan la presión predatoria. Ejemplos de estas especies son los gatos domésticos, ratas y algunas aves exóticas que compiten directamente por comida y espacio.

La caza, fundamentalmente ilegal, representa una amenaza para un 38% de las especies de aves. En muchos países, tanto en desarrollo como desarrollados, la caza furtiva continúa como una práctica común, impulsada por el comercio de animales.

El cambio climático ya afecta al 34% de las aves. El aumento de las temperaturas y la alteración de los patrones climáticos que modifican los hábitats y las cadenas alimenticias, que generan estrés en las poblaciones de aves y provocan cambios en sus ciclos de migración y reproducción.

El desarrollo urbano, que impacta a un 27% de las especies amenazadas, también es una causa importante del declive de las aves. La urbanización desenfrenada destruye los hábitats naturales y provoca la fragmentación de los ecosistemas, lo que a menudo resulta en la disminución de la biodiversidad.

Otro grupo de aves en declive son las urbanas. Por ejemplo, las poblaciones de gorriones comunes han disminuido casi un 20%. Este fenómeno refleja el estado de las ciudades, donde vive más de la mitad de la población mundial. La pérdida de espacios verdes y la contaminación se encuentran entre los factores que perjudican a estas especies.

Las aves prestan servicios ecológicos cruciales, como la dispersión de semillas. Tal es el caso del arrendajo, que puede llegar a enterrar entre tres mil y siete mil bellotas en un solo año, y favorece la regeneración forestal. Las aves también actúan como controladores biológicos, ya que muchas especies se alimentan de insectos y roedores, que ayudan a mantener el equilibrio en los ecosistemas y reduce la necesidad de pesticidas. (Infobae)

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