lunes, noviembre 25, 2024
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El papa pide trabajar para que los niños de los países en guerra “recuperen la capacidad de sonreír”

El papa instó a trabajar para que los niños de los países en guerra “recuperaran la capacidad de sonreír” al tiempo que arremetió contra la “indiferencia” y “el descarte” de los más débiles.

En su discurso durante la audiencia con los participantes en el Capítulo General de los Hermanos de la Educación Cristiana de Ploërmel, Francisco lamentó que los conflictos bélicos hicieran perder la sonrisa a los menores, por lo que pidió “trabajar para que recuperaran la capacidad de sonreír”, ayudando a los pequeños “a revivir sus sueños, a creer en ellos y a realizarlos”.

En su alocución a la congregación fundada hace doscientos años por el venerable Jean-Marie de La Mennais y el padre Gabriel Dashayes, el papa les pidió que continuaran su labor con los niños y jóvenes, sobre todo en los países donde “hicieran estragos la pobreza, el desempleo juvenil y las crisis sociales de todo tipo”.

En estos contextos, según aseguró, era necesario “ser padres que reflejaran el rostro amoroso y compasivo de Dios”.

“Esos niños, esos jóvenes, esas personas también tenían sueños, pero hoy, por tantas razones, eran sueños rotos. Que les ayudéis a revivir sus sueños, a creer en ellos y a realizarlos”, aseguró.

De este modo, el papa lanzó un llamamiento para ayudar a los niños que vivían en zonas de guerra: “Los niños jugaban, incluso bajo las bombas, en los países en guerra. Cuando veíamos fotografías de estos países, había niños jugando. Pero una cosa me llamaba la atención, cuando venían a Roma niños de Ucrania que se habían trasladado aquí y vivían aquí, estos niños no sonreían: habían perdido la sonrisa. La guerra hacía esto: hacía que los niños perdieran la sonrisa. Trabajen para que recuperen la capacidad de sonreír”.

Por último, invitó a los religiosos a que fueran siempre servidores “de la ternura y la misericordia De Dios” y les instó a evitar “todo espíritu de orgullo, de cerrazón, de división y de chismorreo”.

“Los chismes –concluyó el Pontífice– hacían mucho daño a las comunidades religiosas. Un buen propósito para un religioso y una religiosa sería morderse la lengua cada vez que tuvieran ganas de chismorrear sobre el otro”.

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