Detalles y versiones de un superclásico que siguió en los vestuarios
Luego de que los equipos dejaron la cancha, empezaron a circular distintas informaciones sobre lo que pasará con el Boca-River; los millonarios dejaron la Bombonera bien entrada la madrugada.
La vivida anoche en el estadio de Boca fue, sin dudas, una de las jornadas más bochornosas de la historia de la Copa Libertadores y del fútbol argentino.
Fueron momentos de confusión los que se vivieron cuando el plantel de River se demoraba en salir de la manga, para iniciar la segunda etapa. Pero cuando la agresión con gas pimienta (o una sustancia similar) contra los futbolistas visitantes era un hecho consumado, comenzó una serie de situaciones tragicómicas, tanto en el campo de juego como en los vestuarios.
“Esto está armado por River. El médico del antidoping fue a revisarlos y me acaba de decir que están perfectos, en condiciones de jugar. Pero parece que no quieren”, susurra un empleado del club, en una acción que delata la enfermedad en la que se vive.
Del otro lado, Rodolfo D´Onofrio estaba descontrolado. El presidente del club de Núñez insultaba al aire como nunca antes, completamente indignado por lo que acababa de suceder en el campo de juego.
Y entonces surgieron los primeros rumores rumbo al desenlace. Boca daba por hecho que el partido sigue y hasta aventuraron una fecha, estadio y hora probable: los segundos 45 minutos del superclásico copero, según la óptica xeneize, continuarían mañana, a las 15, en el estadio de Vélez. Desde River lo niegan rotundamente y explican que el artículo 23 los avala. Incluso, el vicepresidente 1º, Jorge Brito, le dijo a un grupo de periodistas que para ellos es un hecho la clasificación a cuartos de final.
El bochorno durante esos 90 minutos de inentendibles diálogos, marchas y contramarchas, dio paso a otro hecho ridículo: el veedor de la Conmebol, el boliviano Roger Bello, recibió un llamado del presidente de esa entidad, Juan Ángel Napout, quien le dio órdenes acerca de qué medidas tomar, es decir intentar por todos los medios que el juego siga. Insólito, realmente.
Mientras los planteles de Boca y de River permanecían en el campo de juego resolviendo cómo retirarse, en otra situación inverosímil, afuera la tensión no cesó. Frente al micro del plantel millonario, y justo arriba de una docena de policías, un grupo de hinchas decidió arrojarles a los agentes botellas con agua desde la segunda bandeja. Por suerte, tuvieron mala puntería.
Así como resultó incomprensible los 90 minutos que demoró la terna arbitral para decidir la suspensión del encuentro, fue inexplicable que ambos planteles se hayan demorado una hora en dejar el campo, rumbo a los vestuarios. Lo mismo ocurrió con los micros de Boca y de River, que recién abandonaron las instalaciones de la Bombonera pasadas las 2 de esta madrugada.