Julián Domínguez y una misteriosa reunión en la Casa Rosada
El titular de la Cámara de Diputados y precandidato a gobernador recibió un llamado desde Presidencia luego de que Bossio bajara su postulación.
El kirchnerismo se sabe mal parado a las puertas de una campaña para una elección crucial para su futuro. Atenta al revés que sufrió en la Ciudad la boleta del FpV cuando desperdigó el voto a jefe de Gobierno en siete nombres sin lograr la multiplicación calculada en la previa, Cristina Kirchner ordenó recudir el menú de precandidatos en el resto de los distritos. No habrá lugar esta vez para malgastar esfuerzos en figuras sin peso específico; la intención es volver a la estrategia de las postulaciones sólidas, dejar de dispersar y, como enseña el manual peronista, encolumnar.
La Presidente lanzó el reclamo por cadena nacional el lunes cuando pidió un “baño de humildad” para algunos dirigentes. Para despabilar distraídos, Carlos Zannini pasó en limpio el mensaje un día después ante el pleno del PJ. “Tenemos que asumir que hay que elegir la fórmula de las PASO lo más acotada posible”, dijo el secretario de Legal y Técnica. La explicación es más que sencilla: son demasiados.
El planteo no encontró un eco inmediato. Si lo hubo, fue de rebeldía o desobediencia. Y es que durante el fin de semana, la mayoría de los aspirantes –sobre todo quienes por estaban más jaqueados por las encuestas- se ocuparon más de aclarar que seguían en carrera que en dar una señal clara hacia la Casa Rosada.
Las novedades llegaron este martes. El primer paso lo dio Sergio Urribarri. El gobernador entrerriano olvidó que el sábado dijo no sentirse aludido por las palabras de la mandataria, se atribuyó ser destinatario del pedido y anunció que se bajaba de la interna presidencial. Una hora más tarde, Diego Bossio seguía idénticos pasos y, por carta, comunicaba que desistía de sus aspiraciones por la gobernación bonaerense.
El caso de la Provincia es tanto más complejo que el de la carrera presidencial. Mientras que la segunda parece encaminarse sin atenuantes a una polarización entre Daniel Scioli y Florencio Randazzo –los restantes, Agustín Rossi y Jorge Taiana asoman de antemano casi descalificados por los sondeos-, la batalla por la gobernación está abierta a la incertidumbre. Allí, en ese distrito clave para todo proyecto, el kirchnerismo amontona una docena de anotados de las más variadas extracciones para ocupar el mismo cargo.
Bossio se erigía como uno de los precandidatos con mejor potencial para dar esa pelea. Y fue el primero en salir de la cancha. Acaso en eso haya pensado en eso Julián Domínguez cuando, en medio de un día complejo para su trinchera –la Cámara baja vivía por esas horas una tensa reunión de la comisión de Juicio Político-, recibió un llamado de Presidencia.
El diputado asistió a la Casa de Gobierno por la tarde sin precisiones. No sabía a qué iba, pero sí que saldría con un panorama más claro del que tenía hasta entonces. No lo recibió Cristina Kirchner, sino Zannini. Cuando dejó Balcarce 50 no volvió al Congreso; fue a reunirse con el ex secretario de Medios Enrique “Pepe” Albistur. Sus asesores respiraron.
Desde el entorno de Domínguez confirmaron cerca de la medianoche a Infobae que su candidatura “seguía en pie”. La fuente que habló con este medio rehusó dar detalles de los encuentros y se limitó que no habría declaración alguna respecto a lo ocurrido con Bossio. “Es amigo”, explicó.
Las citas para las que fue convocado el oriundo de Chacabuco alimentarán en las próximas horas supuestos sobre su futuro. ¿Será Albistur el encargado de levantar el perfil público de un dirigente carente de conocimiento en el electorado?. La ingeniería propagandística del kirchnerismo ya probó su capacidad de inventiva cuando “construyó” aMartín Insaurralde en algunas semanas. Claro que Domínguez es un caso bien distinto. Cuando aún sonaba entre los “presidenciables” sus promotores destacaban que su buena relación con el Papa y con el sector rural compensaban una impronta algo acartonada para cierta parte de la sociedad y una innegable dificultad para instalar su nombre en el votante.
Domínguez revela hace semanas una fina sintonía con Patricio Mussi. El intendente de Berazategui surge como un posible competidor para él, pero ambos hicieron recurrentes gestos para avanzar en una fórmula conjunta. Similar era la estrategia que habían ensayado Bossio y el secretario de Seguridad, Sergio Berni.
El oficialismo comenzó mover el tablero. Su objetivo será llegar a las PASO con no más de tres fórmulas. Aunque significativa, la baja de Bossio es insuficiente. Para suceder a Scioli todavía están anotados el jefe de Gabinete Aníbal Fernández; el viceministro de Desarrollo Social, Carlos Castagneto; el vicegobernador Gabriel Mariotto; los intendentes Mussi (Berazategui); Fernando Espinoza (La Matanza) e Insaurralde (Lomas de Zamora); el diputado Fernando “Chino” Navarro y los sciolistas Cristina Álvarez Rodríguez y Santiago Montoya, entre otros. Queda escoba por pasar. Con seguridad, Zannini seguirá con su ronda de conversaciones.