Consumir alimentos ultraprocesados aumenta el riesgo de depresión y modifica el cerebro
Un equipo de investigadores españoles ha descubierto la relación directa que hay entre el consumo de alimentos ultraprocesados con la depresión y con cambios en el volumen en unas áreas concretas del cerebro.
El estudio, que ha sido liderado por el CIBER (Centro de Investigación Biomédica en Red) y el Instituto de Investigación Biomédica de Girona Dr. Josep Trueta (IDIBGI), ha descubierto que la comida ultraprocesada se relaciona con cambios en el volumen de sustancia gris de la amígdala.
El trabajo también vincula este tipo de comida con alteraciones en los niveles de inflamación y en la obesidad.
Los detalles de la investigación que ha sido liderada por dos áreas del CIBER, CIBERSAM (Salud Mental) y CIBEROBN (Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición), se han publicado en la revista Journal of Affective Disorders.
Los trastornos depresivos -uno de los trastornos psiquiátricos más comunes en el mundo- afectan a más de 300 millones de personas, y se estima que estos trastornos serán la principal causa de enfermedad en 2030.
Los ultraprocesados, como las bebidas azucaradas, los snacks o las comidas rápidas, son alimentos altamente procesados, muy bajos en nutrientes y elevados en aditivos, conservantes, grasas, azúcares y sodio que potencian su sabor y los hacen altamente atractivos y adictivos.
Para el estudio, el equipo utilizó los datos de 152 personas de los que recopilaron información sobre su dieta y los síntomas depresivos. También tomaron imágenes de resonancia magnética estructural y midieron parámetros metabólicos y biomarcadores inflamatorios como el recuento de glóbulos blancos, la proteína de unión a lipopolisacárido y la proteína C reactiva.
El objetivo era determinar la relación entre el consumo de ultraprocesados y los síntomas depresivos, y proporcionar nuevos datos sobre la asociación entre el consumo de estos productos y los volúmenes de materia gris cerebral de los 152 voluntarios adultos.
Además, querían explorar los efectos de interacción con la obesidad y averiguar si los biomarcadores inflamatorios median estas asociaciones previas.
Los resultados “confirmaron nuestra hipótesis” y revelaron que el mayor consumo de ultraprocesados se asocia a “una mayor presencia de síntomas depresivos, así como un menor volumen en regiones cerebrales implicadas en procesar la recompensa y monitorizar el conflicto, aspectos esenciales en la toma de decisiones, incluyendo las alimentarias”, explican los investigadores principales del estudio, Oren Contreras-Rodríguez y José Manuel Fernández-Real.
Además, la asociación entre el consumo de estos productos y los síntomas depresivos fue especialmente notable en el grupo con obesidad (58.6% de los participantes), que partían de una mayor presencia de síntomas depresivos en comparación con el grupo sin obesidad.
La investigación respalda la evidencia previa que vincula el consumo de ultraprocesados al riesgo de padecer un trastorno depresivo, y proporciona nuevos datos que lo asocian con cambios en la estructura de redes cerebrales concretas.
Además, muestra que estas asociaciones podrían ser dependientes de la presencia de obesidad y los niveles de inflamación periférica. (EFE)