jueves, noviembre 21, 2024
Golazo HD

Boca logró un triunfo que lo robustece en lo grupal y lo energiza para el Superclásico

De menor a mayor, el recorrido de Boca frente a Colo Colo, por la tercera fecha del Grupo F, de la Copa Libertadores. Con el mismo sentido desanda el torneo: las dudas y las expulsiones del estreno quedaron en el pasado y ahora, la versión que proyecta Jorge Almirón invita a imaginar un mejor futuro. El triunfo por 2-0 sobre los chilenos le posibilita mirar desde lo más alto al resto, pero también energiza al grupo, rumbo al Superclásico del domingo, en el Monumental.

Diez minutos de incertidumbre y desajustes, en los que Colo Colo dispuso de tres situaciones de peligro que resolvió Sergio Romero, preanunciaban un juego complejo para Boca. Los chilenos explotaban los laterales, recuperaban con rapidez el control y se enseñaban dominantes en el estadio Monumental de Santiago. Un remate de Fuentes de media distancia y la velocidad de David Pizarro -después de arrastrar la marca a Roncaglia- encendieron las alertas; los xeneizes no hacían pie en una cancha que presentó sectores de las tribunas vacías, por la sanción que aplicó la Conmebol, producto de los incidentes que provocó la barra brava –Garra Blanca- en el encuentro con Monagas.

Los gestos del entrenador Almirón para corregir los movimientos que desarticulaban al equipo desaparecieron apenas Boca logró diseñar un contraataque. Una acción, que se dividió en dos episodios, resultó suficiente para abrir el marcador y modificar el desarrollo: Barco asistió a Vázquez, que al quedar mano a mano con el arquero Fernando De Paul estrelló la pelota en el poste izquierdo; reanudó el ataque y el peruano Advíncula tuvo la llave del gol, después de sorprender y anotar con un disparo de zurda.

Boca bajó con los últimos resultados y reacciones el malestar que lo envolvía e hizo subir la euforia. Los partidos de alto voltaje anímico que protagonizó con Deportivo Pereira -por la Copa Libertadores- y Rosario Central y Racing, por la Liga Profesional, ayudaron a diseñar una reconciliación con el público. Se acostumbró a jugar a cara y cruz, no le rehúye a ese viaje que por pasajes contempla tener que sufrir. Ahora es un equipo más estructurado, aunque resigne el dominio de la pelota y el territorio, como sucedió en el inicio y el final del primer tiempo, donde Colo Colo se esmeró para quebrarlo. En el nuevo escenario, hay jugadores que se reinventaron: Advíncula es el que enarbola con mayor énfasis esa bandera en el ciclo Almirón.

Sorprendió con su aparición como wing derecho frente a Racing, en la Bombonera, donde resultó una de las figuras del triunfo. Y ratificó el momento ascendente de la curva en Santiago de Chile. Almirón lo ensayó en la semana anterior al juego con la Academia, aunque los movimientos que ejecuta el director técnico no son soluciones azarosas: replica ensayos que hizo en el pasado, cuando utilizó a Gino Peruzzi en esa posición en San Lorenzo, y a Alejandro Silva, en Lanús. Con el peruano y Weigandt ocupándose del lateral derecho de la defensa, Boca adquirió mayor profundidad y un desdoblamiento en ataque, porque los dos futbolistas se destacan por la fortaleza física.

Para Advíncula, el presente es un momento de gracia con el gol. De zurda, clavó la pelota en el ángulo frente a Deportivo Pereira y enseñó el camino de la reacción, que se terminó de concretar con el agónico festejo de Alan Varela. Versátil para la disposición táctica que diseña Almirón, el peruano se adapta cuando el equipo se posiciona con un dibujo 4-3-3, aunque no desentona si el conjunto se repliega y se reorganiza en un 4-1-4-1. La banda derecha es su hábitat y la potencia ofensiva para ir hacia adelante la combina con el retroceso; el respaldo de Weigandt es un apoyo que le permite proyectarse en ataque, sabiendo que su espalda no es un espacio que los rivales pueden explotar.

El poder de fuego que descubrieron los xeneizes con Advíncula maquillaba el déficit que presentaban los delanteros en la Copa Libertadores. Ninguno logró imprimir su nombre con Monagas y Deportivo Pereira. Vázquez falló en la acción previa del tanto del peruano, más tarde volvió a perder el duelo con De Paul, arquero que tomó el puesto de Bryan Cortés, de bajo rendimiento y que entre la desesperación por fichar en el exterior y actos de indisciplina en la concentración motivaron que el DT argentino-boliviano Quinteros lo relegara al banco de los suplentes.

Hasta que Villa quebró el hechizo, después de un grosero error del defensor uruguayo Maximiliano Falcón. El zaguero se enredó con la pelota y en la indecisión apareció Vázquez para robarle el balón, mientras que Villa hizo el resto al definir sin oposición ante De Paul. La expulsión de Carlos Núñez profundizó el nerviosismo en Colo Colo, mientras que los xeneizes sumaban acciones para estirar el resultado, como en el gol anulado a Pol Fernández, por posición adelantada de Miguel Merentiel.

La Copa Libertadores es una obsesión para Boca, que no levanta el trofeo desde 2007. Eran los tiempos en que Juan Román Riquelme era el titiritero del equipo que conducía Miguel Russo. Ahora, el ídolo es el vicepresidente y el hombre que maneja el fútbol profesional, pero también el que observa desde un palco o la pantalla de televisión a un equipo que se reorganizó con el arribo de Almirón y que con la victoria sobre Colo Colo encamina la clasificación para los octavos de final, mientras espía a River. (La Nación).

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