Escocia vuelve a ganar poder y reflota el sueño de la independencia
Hace apenas siete meses los independentistas escoceses se hundían en la desilusión después de perder el referéndum convocado para decidir si el país seguía o no dentro del Reino Unido. El tren pasaba una vez en la vida, decían. Pero los derrotados de ayer tienen hoy en sus manos el destino de toda Gran Bretaña.
A partir de un crecimiento espectacular inmune a la caída en el plebiscito, el Partido Nacional Escocés (SNP, por sus siglas en inglés) puede conseguir la balanza de poder en las elecciones generales del 7 de mayo.
Las encuestas pronostican que el contingente de los separatistas en Westminster puede crecer de los seis miembros actuales a 54, un número que se anticipa decisivo en una cámara sin mayorías, de paridad extrema entre conservadores y laboristas. Nicola Sturgeon, ministra principal de Escocia y líder de los independentistas, le ofrece al laborista Ed Miliband entregarle sus votos para formar una “coalición para echar a los conservadores”.
Detrás de la mano tendida de la escocesa, se intuye el sueño de conseguir un nuevo referéndum para romper la unión.
“No es momento de plantear otro referéndum en el futuro cercano. Habrá que ver las circunstancias de un nuevo gobierno”, dijo Sturgeon la semana pasada en uno de los debates de campaña. Se cuidó de no descartarlo taxativamente cuando le recordaron sus palabras de septiembre pasado cuando decía que una votación por la independencia era algo que ocurría “una vez en una generación”.
Entre las causas que podrían reabrir la batalla separatista, Sturgeon citó la posibilidad de que el Reino Unido avance con la idea de romper con la Unión Europea (UE).
Los escoceses son, por lejos, los más europeístas de Gran Bretaña y rechazan el plan del primer ministro conservador, David Cameron, de consultar a la población sobre una eventual salida del bloque comunitario.
El 14 de septiembre pasado, los escoceses rechazaron la independencia por 55 a 45%. La dramática apelación a la unidad de los grandes partidos británicos sobre el final de la campaña inclinó la balanza hacia el no.
Pero desde entonces, los gestos de Londres se hicieron menos amables. La promesa de una devolución amplia de poderes al Parlamento de Edimburgo se diluyó en un proyecto que incluye módicas ampliaciones de la autonomía actual.
SONDEOS
Una encuesta de YouGov para el diario The Times reveló que un 52% de los escoceses apoyaría hoy la independencia. El SNP alcanzaría en las elecciones de mayo una cifra récord de 49%, barriendo a los laboristas de un bastión que resultó clave cada vez que la izquierda consiguió mayorías en la Cámara de los Comunes.
Para Miliband, representa un dilema insalvable. Está forzado a combatir el SNP para recuperar votos en las circunscripciones escocesas y para aventar el temor de que pactará con un partido que quiere romper LA NACION.
Al mismo tiempo no parece haber cuentas que le permitan al líder laborista formar gobierno sin alguna clase de auxilio de los independentistas.
El sistema electoral británico les permite a los partidos regionales obtener una representación parlamentaria muy superior a su porcentaje global de votos.
Los 50 o más miembros que conseguiría el SNP le permitirían ser la tercera fuerza con menos del 2% del total nacional.
SIN PACTOS
Los conservadores agitan entre los ingleses (80% de la población) el miedo a un pacto laborista-separatista. Al inicio de la campaña, empapelaron Londres con afiches en los que se ve a un Miliband diminuto asomando por el bolsillo de Alex Salmond, el ex líder independentista escocés y actual candidato a encabezar el contingente SNP en el parlamento.
“No haré tratos con usted”, le dijo Miliband en la cara a Sturgeon en un debate televisado en la BBC la semana pasada.
La duda es cómo sumará las 326 bancas que lo llevarían al 10 de Downing Street cuando las últimas encuestas no le auguran muchas más que 270.
Un equipo de crisis de los laboristas analiza que entre las posibilidades que surjan de una elección sin mayorías está que David Cameron intente formar un gobierno provisional en minoría para aferrarse al poder.
Eso podría forzarlos a impedirlo con una moción de confianza, para lo cual requerirá los votos del SNP. Miliband también podría gestionar un acuerdo tácito para obtener la abstención escocesa y formar él un gobierno en minoría.
Sturgeon da por válida esa fórmula, pero demanda medidas que podrían tener un costo carísimo para Miliband. La líder escocesa pide terminar con los recortes, aumentar el gasto social y remover de las costas escocesas el arsenal nuclear británico.
La condición final que no explicita y que podría aparecer en el momento indicado es un aumento considerable del autogobierno escocés y, acaso, la negociación de otro referéndum separatista.
EL PODER DEL SNP COMPLICA A LOS LABORISTAS
SNP
Pese a la derrota secesionista de 2014, el partido escocés tuvo una espectacular recuperación y le arrebataría la hegemonía regional al Partido Laborista
Laboristas
Ed Miliband dijo que no haría ningún pacto con los escoceses para llegar al 10 de Downing Street, pero necesitaría esas bancas para ser el nuevo premier
Aliados tácticos
Miliband gestionaría la abstención escocesa a un eventual intento conservador de gobernar en minoría y formar él gobierno
Concesiones
Los escoceses piden terminar con los recortes, aumentar el gasto social y remover de su territorio el arsenal nuclear británico. De fondo no descartan un nuevo referéndum separatista