lunes, noviembre 25, 2024
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“La boleta única de papel es una mala solución”

El presidente del Banco Provincia, Sebastián Galmarini, se refirió a uno de los temas que se metió en la agenda política de esta semana: la boleta única de papel y señaló que “es una mala solución a problemas que los argentinos no tenemos”.

Argumentó que “la propuesta de reforma electoral -mayoritariamente opositora- para nuestro instrumento de votación hacia la Boleta Única Papel (BUP) implica profundizar la ingobernabilidad en un contexto de polarización y fragmentación partidaria, y un aumento del costo de las campañas electorales dada la personalización de las candidaturas. Si bien es cierto que el uso de la BUP se extendió en algunas democracias, no es menos cierto que países con democracias consolidadas y resultados inobjetables como España, Finlandia, o Suecia sostienen instrumentos de votación como el utilizado en nuestro país. Noruega también poseía un tipo de voto parecido al nuestro y migro en plena pandemia hacia el voto electrónico”.

El funcionario agregó que “el principal problema reside en el incremento sustancial del voto cruzado. Al romper los vínculos partidarios que establecen las boletas múltiples partidaria de papel que utilizamos en la actualidad, aumenta el incentivo para gobierno dividido. Existen innumerables investigaciones que aseveran las dificultades resultantes del aumento de la oferta electoral, en contextos de sobre abundancia de información. Ampliar al infinito las opciones podría inducir al `voto TA-TE-TI´. El incentivo a votar en cada categoría a un candidato de diferente partido tiene como consecuencia directa el aumento de las debilidades de gobierno cualquiera sea el ganador de la contienda electoral. Un claro ejemplo de ello es lo que ha ocurrido en Santa Fe, donde -desde su implementación- la Cámara de Diputados provincial ha quedado siempre en manos de la oposición a pesar que el gobernador fuese elegido el mismo día. Esto implica un innecesario deterioro de la gobernabilidad, un resentimiento de la legitimidad y representatividad de los candidatos electos, y una consecuente suba del voto blanco y nulo, así como un fuerte incentivo hacia escenarios de parálisis institucional. En definitiva, serios problemas para llevar adelante las agendas y gestiones de gobierno. Mas ineficiencia y probablemente mayor descontento”.

Sostuvo también que “en segundo lugar, se trata de una reforma innecesaria en tanto que la Argentina no tiene ni tuvo un problema de fraude estructural en los últimos tiempos. No ha habido en la historia reciente de nuestra República una sola elección nacional con un resultado controvertido. El pueblo ha sido regularmente convocado a las urnas, ha podido emitir su voto, todos los votos han sido contados y los resultados han sido siempre convalidados tanto por el perdedor como por la justicia. En nuestro país hay incertidumbre sobre los resultados pero certeza e integridad en los procesos electorales. Existen incontables trabajos académicos, como “autopsias electorales”, que deshacen los argumentos sobre la relevancia e impactos de supuestas manipulaciones intencionales sobre los resultados electorales, tanto durante el acto comicial como en los escrutinios”.

Y por último que “en tercer lugar, la boleta única es un dispositivo complejo que hay que analizar en profundidad. No se trata de buenos contra malos, ni limpios contra turbios. Se parece más a una necesidad política para alimentar la “grieta” que a un debate serio. No es un sistema a prueba de fraude: con una doble tacha o una marca en la boleta se puede anular rápidamente cualquier voto. En ausencia de fiscales cualquier instrumento puede ser vulnerado con facilidad. Lo mismo ocurre en todas las democracias del mundo durante sus procesos electorales. La fiscalización es la mejor garantía de transparencia. Implica la participación de todas las partes involucradas. No hay democracia moderna que pueda prescindir de ello. Quizás debiéramos pensar en fortalecer las capacidades partidarias de fiscalización para aquellos partidos que no alcanzan ese objetivo. O quizás estemos ante partidos que compiten en elecciones para dar testimonios de su intereses, candidatos o ideología, pero que no buscan ganar elecciones competitivas. No deberíamos mezclar o confundir la problemática”.

Con información del diario El Día

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