El sábado en Gualeguaychú, el radicalismo resolverá si va a una coalición con el PRO o si buscará un acuerdo que incluya al Frente Renovador, y elegirá candidato entre Sanz y Cobos.
Un acuerdo “posible” con el PRO y la Coalición Cívica, como lo define Ernesto Sanz, su principal impulsor, o un acuerdo opositor amplio que dé un marco de gobernabilidad para el próximo gobierno, como sostiene Julio Cobos. Disputar una interna con Mauricio Macri y Elisa Carrió o ir a una gran primaria opositora que incluya también a los ex aliados de UNEN y al Frente Renovador de Sergio Massa. Entre esas dos alternativas se debatirá laConvención Nacional de la Unión Cívica Radical que sesionará mañana sábado desde mediodía en el teatro de la localidad entrerriana de Gualeguaychú, y que promete extenderse hasta entrada la madrugada del domingo.
Con el riesgo fractura latente -por estos días, no hay radical que olvide citar aquella frase de Alem que reza “
que se rompa pero que no se doble“-, la
UCR se encuentra en el centro de la escena política como hace años no lo estaba por una decisión que puede cambiar el panorama electoral inmediato, pero que también podría, de cumplirse las predicciones de sus protagonistas, operar un cambio radical en el futuro de la política argentina. La vuelta del equilibrio a la política, se entusiasman algunos; la pérdida de la identidad progresista y el riesgo de ser coptado por otro partido, advierten otros.
Cuando faltan cinco meses para las primarias abiertas simultáneas y obligatorias y siete para las generales, y con los principales precandidatos presidenciales muy parejos en intención de voto, queda claro que quien resulte ganador en los próximos comicios difícilmente vaya a contar con mayoría legislativa propia. En ese marco, el radicalismo -primera minoría en ambas cámaras del Congreso, con la expectativa de disputar competitivamente una decena de gobernaciones y con cientos de intendentes a lo largo de todo el país- siente que ya ha purgado culpas por la experiencia de la Alianza y que le llegó la hora de ver recompensados años de resistencia a la hegemonía kirchnerista que amenazó con engullirlo.
Pero si es evidente su importancia a nivel legislativo, también lo es que su recuperación es incipiente. Su candidato que más mide, Julio Cobos, apenas supera el 10% en las encuestas más entusiastas. Por eso, tras el estallido del Frente Amplio Unen, existe consenso sobre la necesidad de establecer alianzas, consenso que se licúa a la hora de señalar a los potenciales aliados.
¿Massa o Macri?
Para el partido de Yrigoyen el presente es tan promisorio como conflictivo y plagado de riesgos. Una de las certezas con las que llegan a la convención es que el sábado, de Gualeguaychú saldrá un precandidato -Sanz o Cobos- que disputará una primaria. ¿Contra quién? Pues bien, allí comienza el terreno resbaladizo.
Sus ex socios del FA-Unen -a esta altura, ya todos dan por caído ese acuerdo-, el socialismo, el GEN, Proyecto Sur y Libres del Sur, han adelantado que de ningún modo disputarán una interna con Mauricio Macri y Sergio Massa, a quienes ven, a su turno, como la encarnación de las políticas neoliberales y una extensión de la interna peronista. No hay allí aliados posibles, aunque sí culpas y responsables por la mala gestión del frente de centroizquierda. Cobos y Alfonsín apuntan contra Sanz, y éste responde: “Unen fue necesario pero insuficiente”. “Dio una muestra de que se podía avanzar en acuerdos”, agrega.
Descartado el frente de centroizquierda -aunque no del todo, como se verá oportunamente-, las opciones son dos: un acuerdo “estrecho”, con el PRO y la CC, o un acuerdo “amplio”, una suerte de gran primaria opositora.
Si, como lo quiere Sanz -y dice tener los votos para lograrlo-, acuerdan con el PRO, el bocado será difícil de tragar para algunos. Para Ricardo Alfonsín, se reinstauraría un “partido conservador-liberal a expensas del radicalismo”. “Seríamos furgón de cola de ese partido”, sostiene. Para Gerardo Morales se trataría de un acuerdo “mezquino”, mientras que para Cobos el PRO es un “misterio” pues “desconoce” las propuestas de Macri y mantiene reservas “sobre todo en lo institucional, lo económico y lo social”. Nito Artaza remata: “Sería un error similar como cuando llevamos a Cavallo a la Alianza”.
“En 9 de cada 10 votaciones hemos votado juntos”, responde Sanz, y aunque ese 10% de disidencia es nada menos que leyes como la estatización de las AFJP o YPF, el mendocino no ve allí un problema: “Si Macri hace una coalición con el radicalismo, los votos no van a estar para reprivatizar”.
Más allá de lo ideológico, habrá dirigentes con apuros más pragmáticos: verán peligrar los acuerdos que ya establecieron con el Frente Renovador para disputar gobiernos a nivel local. Es el caso del jujeño Morales, el tucumano José Cano, el formoseño Luis Naidenoff y el neuquino José “Pechi” Quiroga, por mencionar sólo aquellos que disputan gobernaciones aunque la situación se extiende también a algunas intendencias. Para ellos, Sanz promete “tender puentes de plata” y “contención inteligente”, respetar a quienes “necesiten soluciones diferentes” de modo que “gane o pierda las votaciones, nadie podrá sentirse afuera de la estrategia global”.
Ante tales riesgos, ¿por qué acordar con Macri? Porque es “el acuerdo posible”, dice Sanz: “Los propios protagonistas han dicho que quieren participar”. Para el senador chubutense Mario Cimadevilla, además de ser lo que quiere la mayoría del partido, sería “darle un marco nacional a algo que ya se viene dando en las provincias”.
Si, en cambio, como lo quiere Cobos, el acuerdo se extendiera a todas las fuerzas opositoras, incluido el Frente Renovador, los obstáculos a enfrentar serán otros. En primer lugar, debería sortear la resistencia de un amplio sector del radicalismo. “No es oposición, Massa es parte del oficialismo, y lo que está expresando es una interna del partido de gobierno. Él hoy critica lo que hasta hace mucho tiempo atrás defendía”, sostiene Cimadevilla. Del otro lado, Artaza responde: Massa es peronista, y el radicalismo “está más cerca de acordar con un pensamiento nacional y popular que con los conservadores”. “Sergio Massa es perseguido por este gobierno. Le han metido un espía en su casa”, dice Morales y agrega: “Si nosotros no buscamos la reconciliación, ¿cuál es la diferencia que tenemos con el kirchnerismo?”.
Más allá de la resistencia interna, un acuerdo más amplio enfrenta la negativa del propio Macri a disputar un interna con Massa. En cualquier caso, mientras que desde el massismo sostienen que no interferirán en la interna radical, el PRO ejerce presión difundiendo fotos de cuanto intendente radical se cruza con sus candidatos. Y es que allí radica uno de los argumentos para acordar: muchos intendentes radicales no quieren llegar a octubre sin una boleta presidencial que les traccione votos.
Si finalemente el radicalismo acuerda con el PRO, Cobos se comprometió a “hacer todo el esfuerzo por convencer a Margarita” para que participe en la interna, luego de que la líder del GEN se probara en los últimos días el traje de candidata presidencial. Un fórmula Cobos-Stolbizer podría convertirse en un modo elegante de enfrentar una derrota a nivel nacional: a la vez que dotaría a las boletas locales de una fórmula competitiva que a nivel nacional que traccione votos, no resignaría del todo la identidad “progresista”.
Sanz se siente confiado y dice tener los votos. Del otro lado, reconocen que “corren de atrás”, pero prometen dar pelea. “Sanz, Aguad y Carrió tienen más prensa que votos”, bromea Artaza. La última palabra aún no ha sido dicha: la tendrán los 337 convencionales habilitados para votar. Si el kirchnerismo logró el regreso de la política, los radicales reunidos en el Teatro de Gualeguychú tal vez estén logrando el regreso de los partidos políticos.
Fuente: Infobae.com
Comentarios
comentarios