Para la enfermera, Maradona era “una bomba de tiempo” y en la casa “no había acondicionamiento”
La enfermera que atendía a Diego Maradona en su internación domiciliaria declaró ante la justicia que la única indicación que tenía de los médicos era la de administrarle la medicación, que le dijeron que no eran necesarios los controles y que en la casa de Tigre donde el exfutbolista falleció en noviembre pasado “no había ningún acondicionamiento” para la patología cardíaca que presentaba, que definió como “una bomba de tiempo”.
Si bien el miércoles por la noche, al término de una indagatoria que duró más de seis horas, fuentes judiciales y el defensor de Dahiana Gisela Madrid (36) ya habían adelantado algo de sus dichos frente a los fiscales, Télam tuvo acceso a la declaración completa de la enfermera que había sido contratada por la empresa “Medidom” para el cuidado de Diego.
Allí, contó que el 13 de noviembre, primer día que fue a trabajar a la casa del barrio San Andrés, fue la primera y “única vez” que pudo tener contacto personal con Maradona, tomarle los signos vitales y bañarlo, pero que ya el día 16, cuando fue por segunda vez, el propio paciente la echó e incluso amenazó con tirarle “por la cabeza” un “cargador de celular”.
Por esa razón, Madrid explicó que nunca entraba a la habitación del por entonces DT de Gimnasia y que la mayoría del tiempo estaba “afuera, debajo de las plantas” o “sentada en el living” sin hacer ruido.
“Me habían dicho que nosotros los enfermeros estábamos para dar la medicación en tiempo y forma para que el paciente no se automedique, que no era necesario que se controle”, afirmó la imputada ante los fiscales Cosme Iribarren y Patricio Ferrari, que fueron los dos miembros del equipo fiscal que ayer la indagaron por el delito de “homicidio simple con dolo eventual”.
Cuando los fiscales le preguntaron quiénes daban las indicaciones, Madrid respondió que su coordinador era Mariano Perroni (40), otro de los imputados que el viernes será indagado, que los “responsables del domicilio” eran el sobrino de Maradona, Jonathan “Jony” Espósito, y Maximiliano Pomargo, asistente personal del “10” y cuñado del abogado Matías Morla, y que los médicos eran Leopoldo Luque y la psiquiatra Agustina Cosachov.
“Nosotros solo teníamos la medicación. Nada más. Había que hacer lo que el paciente quería, si el paciente se dejaba tomar los controles. Todo según lo que el paciente quería o disponía. No había que molestarlo, no había que ingresar a la habitación, solo darle la medicación en tiempo y forma únicamente”, agregó.
Tal como el lunes había declarado el otro enfermero imputado, Ricardo Almirón (38), del turno noche, Madrid explicó que nadie le informó los antecedentes de salud de Maradona: “Las patologías que tenía el paciente me enteré después. Cuando llegué al domicilio pregunté si teníamos una epicrisis y me dijeron que no”.
También dijo que “faltaba un desfibrilador, un tubo de oxígeno, un ‘abocat'” –que es un dispositivo que se usa para pasar medicación por vía- y que “no había un monitor cardíaco que era necesario siendo un paciente cardíaco”.
Madrid también contó de la caída que Maradona sufrió el 18 de noviembre en su habitación y que ella recomendó “llevarlo a una guardia o a una clínica para que le realicen una tomografía”, pero que “Maxi” Pomargo se puso a hablar por teléfono con alguien y le dijo que no, porque el incidente podía “salir en los medios”.
Sobre el día del fallecimiento, reconoció que nunca entró a la habitación, que solo le dio la sensación por lo que escuchó desde el living, que Maradona se levantó para orinar en el baño portátil que tenía junto a la cama, y criticó a Cosachov al comentar que cuando le pidió ayuda para reanimación, notó que la psiquiatra “no estaba haciendo bien a las maniobras” de RCP, por lo que continuó ella con las tareas.
Además, volvió a complicar la situación de su jefe Perroni, y ahora también de otra de las imputadas, Nancy Forlini (52), que es la médica que coordinaba para Swiss Medical la internación domiciliaria del “10”, al afirmar que fueron ellos quienes le pidieron que elabore, con Maradona ya fallecido, el informe en el que constaba que aquella mañana había intentado controlar al “10”, que él se había negado, algo que no sucedió porque no tuvo contacto con el paciente.