lunes, noviembre 25, 2024
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Aseguran que los estereotipos de género dificultan el diagnóstico del cáncer de próstata

Más que otras enfermedades, el diagnóstico tardío del cáncer de próstata es en parte consecuencia de “los prejuicios de género” -que en este caso conspiran contra la salud de los varones-, pero también de la falta de consultorios amigables o equipos médicos capacitados para la atención de otras corporalidades, como las pacientes travestis y trans, según especialistas.

A pesar de que es el tipo de cáncer más frecuente en varones con 12 mil casos nuevos al año, sólo tres de cada 10 argentinos mayores de 50 años se hace el chequeo anual para prevenir el cáncer de próstata y el 75% de los que nunca se lo realizaron tampoco están considerando hacerlo, según un relevamiento difundido ayer por la Fundación Atención Comunitaria Integral (Aciapo).

“La enorme cantidad de hombres que no controlan su próstata es alarmante, sobre todo porque no es una conducta exclusiva de situación de pandemia sino un compartimiento habitual que está en línea con lo que se ve a diario en la práctica médica”, dijo el médico especialista en Uro-Oncología del Instituto Alexander Fleming y del Hospital Universitario Austral Juan Pablo Sade.

Para el médico urólogo del Hospital Santojanni Matías Caradonti, el otro elemento que incide para la postergación de las consultas es “la desinformación” en las y los pacientes, que creen que basta con un análisis bioquímico del Antígeno Prostático Específico (PSA) para prevenir el cáncer y otras enfermedades de la próstata.

Y este error frecuente “también es responsabilidad de los médicos que a veces no informamos bien, porque el clínico lo que tendría que hacer es decirle (al paciente) que vaya al urólogo” y no conformarse con pedirle el análisis de sangre.

Es que “el PSA da un valor bioquímico” para un indicador cuyos valores normales se ubican entre 0 y 4 pero “hay muchos pacientes que tienen cáncer de próstata con menos de 4 y hay otros que no tienen, aunque sus valores sean mayores a 8 ó 9” porque por sí sólo esa variable “no es determinante” y “se debe asociar con la ecografía –que sirve para ver el tamaño de la próstata- para determinar si es necesario un tacto rectal o una biopsia”, que “es lo único que tenemos para detectar un cáncer como patológico”.

Por otro lado, ratificó que hay un sesgo de género en la falta de controles que está dado por al menos tres cuestiones: “primero la mujer comienza desde muy chica con los controles (ginecológicos) periódicos mientras que el varón tiene que hacérselos a partir de los 45 o 50 años”, por lo que resulta más difícil su incorporación a esa edad; en segundo lugar “al varón le da pudor, no le gusta controlarse” porque se supone que “él es fuerte y sano” solamente por ser hombre; y, en tercer lugar persiste, el temor o el tabú del tacto rectal.

“La idiosincrancia masculina determina que ‘la que tiene que controlarse es la mujer’ y que el varón ‘va a estar sano siempre porque él es todopoderoso’, y por eso muchos pacientes vienen por primera traídos por sus parejas, que son las que hablan en la consulta y dicen, por ejemplo: ‘lo traje porque de noche se levanta al baño muchas veces’ o ‘lo traje porque no se controla'”, dijo.

Por otro lado, el tacto rectal sigue teniendo “una connotación de violación a la intimidad o ultraje” que no tiene para las mujeres, por ejemplo, el papanicolau o una ecografía transvaginal.

“Todavía se hacen chistes con que ‘Uy, doctor, me voy a volver a gay’ o ‘uy, doctor, a ver si me va a gustar’ que tiene que ver con el prejuicio de que si te ponen un dedo en la cola vas a ser gay cuando no tiene nada que ver y es solamente un examen físico que dura 10 segundos y no produce ninguna molestia”, explicó.

A su turno, Sade coincidió en que “ciertamente no es un control de rutina que el hombre haya incorporado, a pesar de que es vital para detectar a tiempo enfermedades como el cáncer”.

No obstante, Caradonti aclara que “eso pasa en la gente más grande”, con un quiebre en los 60 años porque “quienes están entrando ahora en edad de hacerse los controles, ya es diferente y vienen por sí solos”.

En cuanto a la atención de pacientes travesti trans, Caradonti reconoce que “en general, el personal de salud no está preparado” y hace falta capacitación especial “desde lo más básico, que es saber cómo llamar y tratar al paciente” hasta cuestiones específicas como el entrenamiento para las cirugías de readecuación corporal, para que los centros de salud no sean lugares hostiles que desalienten las consultas.

Y aunque tenga la mejor predisposición, si el profesional no tiene capacitación en identidad de género, “el médico arranca de cero igual que la paciente”, pero en condición más de aprender que de enseñar y “sin saber qué tiene que preguntar”, por eso es muy importante la capacitación de los profesionales a la que Caradonti se viene dedicando en todo el país dado que “no hay ningún posgrado ni residencia” sobre salud trans.

El médico explicó que el Hospital Santojanni es el único hospital público de la Ciudad que tiene un “comité integral de salud trans” que incluye aspectos “médico, quirúrgico y asistencial” que conforman especialistas en psicología, trabajo social, ginecología, urología, cirugía plástica e infectología.

Además, el centro asistencial cuenta con un quirófano exclusivo para pacientes trans y donde se realizan también todo tipo de intervenciones de readecuación corporal: cirugía plástica facial, mastectomía, toracoplastia, implantes mamarios y genitoplastía (feminizante o masculinizante).

Por otro lado, Caradonti aseguró que si la encuesta se restringiera a travestis y mujeres trans, “seguramente sería mucho más bajo el porcentaje” de pacientes que no controlan periódicamente su salud prostática, no solamente por la falta de profesionales capacitados sino porque “si no se les aclara, las pacientes pierden noción de lo que les queda de genitales” de nacimiento y “es importante recalcarles que siguen teniendo próstata y tienen que seguir controlándola”, así como cualquier varón trans “tiene que seguir haciéndose los estudios ginecológicos si no le sacaron el útero”.

El cáncer de próstata representa 1 de cada 5 diagnósticos de cáncer en varones y también es uno de los que más muertes produce, ubicándose en tercer lugar luego del de pulmón y colorrectal, con unos 3.700 decesos al año.

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