Un video del hijo de Camilo Sesto que genera preocupación
Después de acaparar toda la atención mediática con motivo de la muerte de su padre el pasado 8 de septiembre y toda la polémica que se generó por su herencia, Camilo Blanes, hijo de Camilo Sesto, hacía meses que no se dejaba ver en público. Ahora, a punto de cumplirse un año de la muerte del artista, que falleció a los 72 años a causa de los problemas renales que padecía, Camilín, como se le conoce en familia pese a tener ya 36 años, ha vuelto a ocupar todas las portadas de las revistas y es el tema clave de los debates de los programas del corazón. El motivo ha sido un vídeo publicado -y borrado-en su propia cuenta de Instagram que ha preocupado a su entorno debido al deteriorado aspecto del hijo del artista que parece desorientado y con dificultades para hablar.
El protagonista del vídeo ha restado importancia y ha asegurado que todo fue fruto de “un momento de ocio y entretenimiento”. No piensa igual su madre, Lourdes Ornelas, quien ha vuelto a acudir a los sets de televisión para pedir ayuda para su hijo. “Él lucha por estar bien. Nadie quiere estar en esa pesadilla“, ha contado la mexicana en Sálvame, donde ha revelado que ha intentado inhabilitarlo pero se trata de un procedimiento complicado debido a que es mayor de edad. Ornelas, que no vive con su hijo en la mansión que heredó de Camilo Sesto en Torrelodones sino que está alojada en un piso en el centro de la capital, asegura que el joven pone de su parte -“hace deporte, practica natación y apenas sale de casa”-, pero no es la primera vez que habla de sus supuestas adicciones.
Según su madre, Camilo Blanes no ha dejado esa vida de excesos que le acompaña desde hace años. “Ha pasado muchas veces y se volverá a repetir“, dijo el pasado diciembre cuando su hijo estuvo varios días sin aparecer por casa y volvió “sin sus documentos, sin sus tarjetas de crédito y sin su teléfono”. Una situación que no es extraña, ya que según Lourdes Ornelas, el joven ha estado en tratamiento en varias clínicas tanto en Madrid como en México, donde residía hasta la muerte de su padre.
Blanes, por su parte, evita cualquier enfrentamiento con su madre aunque reitera no haber perdido el rumbo. Insiste en que la herencia de su padre, de la que recibió algo más de seis millones de euros, tres propiedades, una sociedad que su padre fundó en 1990 para albergar actividades de grabación de sonido y edición musical y los derechos de autor de todas las canciones que compuso el artista, no le ha cambiado ni lo va a hacer. Pero los hechos no dicen lo mismo y parece que le está resultando difícil gestionar el patrimonio recibido. El chalé de Torrelodones de su padre, en el que el joven reside desde que regresó a España, está muy deteriorado. Blanes ha despedido al matrimonio que trabajaba para Camilo Sesto y la finca se muestra ahora muy abandonada con bastante suciedad acumulada en el jardín y en la piscina.
Gente de su entorno asegura que no es fácil ponerse en contacto con él y se necesitan varios días para localizarle. Su vida es una incógnita, pero quienes han tenido contacto con él cuentan que no tiene planes para regresar a México y que su entretenimiento es salir con amigos. Continúa a la espera del lanzamiento de su disco, que según fuentes consultadas por EL PAIS está listo desde diciembre pero la falta de organización y el desinterés del joven, además de la situación producida posteriormente por la pandemia, ha provocado que ese proyecto siga en stand by. Lo único que ya quedó resuelto fue el museo homenaje a su padre en Alcoy, pueblo natal de Camilo Sesto. A finales del año pasado se llegó a un acuerdo con el administrador de su padre sobre los objetos que se donarían, dando a continuación por finalizada la relación con el que durante años fue mano derecha del cantante.
A escasas tres semanas de que se cumpla el primer aniversario de la muerte del intérprete de éxitos como “Vivir así es morir de amor” y “Perdóname” parece que su legado, igual que ocurría con la vida del artista en los últimos años, sigue siendo un verdadero misterio. (La Nación)