Combaten el síndrome de Diógenes, un trastorno que alimenta la propagación del dengue
La municipalidad de la ciudad de Formosa, dentro del programa de “descacharrizado y prevención contra el Dengue”, detectó entre 21 a 25 acumuladores compulsivos luego de recorrer más de 30 barrios, por lo que conformó un equipo interdisciplinario para realizar “un seguimiento con contención psicológica y asistencia social” de esa patología silenciada.
El subsecretario de Gobierno del municipio formoseño, Rodrigo Portocarrero, explicó a Télam que en el contexto de pandemia ese municipio y el Gobierno provincial conformaron un equipo de trabajo “para prevenir el dengue y descacharrizar los barrios y las casas donde, solo hasta marzo, ya se habían recorrido más de 30 barrios”, de los más de 100 que conforman la capital norteña.
En ese contexto de trabajo, dijo que “se detectaron entre 21 a 25 acumuladores compulsivos” y explicó al respecto: “Se trata de una enfermedad social que es un factor preocupante dentro de la comunidad ya que es uno de los mayores detonantes para la propagación del mosquito dengue”, según sostuvo.
Ese cruce entre lo privado y lo colectivo que implica esa compulsión a conservar escombros, latas, neumáticos, muebles en desuso y todo tipo de material, llevó a la administración formoseña a abordar el problema de manera multidisciplinaria.
La psicóloga del área de Acción Social municipal, Gianna Gandini, explicó a esta agencia que desde el sector que ella coordina se realiza un “trabajo de contención mediante visitas a las personas que padecen este cuadro, durante las que se entabla una relación de ayuda mediante técnicas de abordaje”.
“Los acompañamos, realizamos charlas de cuidados propios y personales entre la persona y su hogar, también nos enfocamos en la promoción de la salud y el bienestar tanto de la persona, de su familia y del entorno en que se encuentra, además de poner en primer plano los hábitos y las rutinas del cuidado diario que deben tener en el hogar, el espacio verde y público”, agrego la profesional de la salud.
Gandini definió el trastorno de acumulación compulsiva como “una dificultad persistente para desechar o separarse de las pertenencias”.
Ahora bien, una persona que guarda objetos o los colecciona no es necesariamente un acumulador: “Este trastorno está caracterizado por la tendencia a la acumulación de artículos u objetos en forma excesiva, en relación a las cantidades socialmente aceptadas, y además a la incapacidad para deshacerse de ellos, independientemente de su valor real o de si son peligrosos o insolubles”, agregó la especialista.
Y para dejar en claro las diferencias, la psicóloga agregó: “El acumulador compulsivo estima que los objetos que acumula tienen valor, aunque sea consciente de que algunos son inútiles o se encuentren en mal estado. Aún así los quiere guardar, o bien les atribuye un gran valor emocional”.
Con respecto a la gravedad del trastorno, la especialista dijo: “Puede ser leve pero también alcanza niveles de gravedad”, y para determinar eso un elemento importante es evaluar el grado de influencia que genera esa acumulación desmedida en la calidad de vida de las personas: “En algunos casos afecta gravemente el funcionamiento cotidiano, tanto del acumulador como de terceros”.
Así, se suceden incendios, plagas de ratas o de cucarachas, vertido de sustancias tóxicas o derrumbes: “Las personas con este trastorno no lo viven como un problema y eso dificulta el tratamiento”, concluyó la experta.
De esta manera, una patología personal genera transformaciones y daños sociales y es por eso que el subsecretario de Gobierno del municipio formoseño, Rodrigo Portocarrero, retomó: “Nuestro trabajo comienza con una denuncia a través del centro de atención al vecino de la municipalidad de Formosa o con la detección durante el recorrido de los equipos por los barrios. En ese momento, se aborda el lugar manteniendo una charla conciliadora con el acumulador y en general tenemos dos tipos de reacciones: que permita el ingreso al domicilio con los equipos técnicos y que autorice a desactivar el espacio afectado de basura; o que la persona prohíba la intervención de los especialistas”, explicó.
Este segundo cuadro es el más complejo y, según detalló el funcionario, “ante la negativa, se procede a la redacción de un acta en carácter de compromiso donde se le da un tiempo determinado (no más de 10 días) para que realice la limpieza del lugar”.
La intervención municipal busca normalizar la situación ya que los daños ambientales y sanitarios exceden la propiedad del acumulador: “En esta última etapa, se procede a una visita no coordinada, es decir sin aviso, en el lapso de los 10 días hábiles de plazo, para hacer una observación del lugar, constatar si se está cumpliendo con lo establecido en acta de compromiso desde el área psicosocial y legal”.
Descacharrar no es complejo, pero para una persona afectada por este trastorno puede ser una odisea: “En el caso de no cumplir con lo establecido, se pasa a una tercera etapa donde se pide una orden de allanamiento para el ingreso al domicilio y cumplir de facto con el trabajo de descacharrizado, fumigación y desinfección del mismo”, completó el funcionario.
El equipo de contención para esta personas está conformado por la Subsecretaría de Gobierno municipal, en lo que refiere a la parte operativa del trabajo, y la Coordinación de Acción Social, con el acompañamiento e intervención de los casos, este último conformado por un equipo de autoayuda compuesto por psicólogos, trabajadores sociales, abogados.