viernes, noviembre 22, 2024
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Julieta Lanteri, la médica y feminista que se convirtió en la primera mujer en votar en Argentina

Farmacéutica, médica y pionera en el movimiento feminista, Julieta Lanteri fue la primera ciudadana que logró votar en una elección en la cual todo el padrón estaba compuesto por hombres y llegó incluso a ofrecerse como voluntaria para el servicio militar, en un intento por reafirmar el derecho de las mujeres al sufragio, causa a la que dedicó toda su vida.

“Fue una gran pionera de las luchas de género. Era sufragista y eso, en los primeros años del siglo XX, era sinónimo de feminismo”, señaló en diálogo con Télam Araceli Bellota, historiadora y autora de “Julieta Lanteri, la pasión de una mujer”.

Nacida en Italia, Lanteri llegó a la Argentina cuando tenía seis años -en 1879- junto a su familia y se radicó en Buenos Aires, donde vivió en una casa que su padre heredó de su primera mujer.

Curso el secundario en el Colegio Nacional de Plata, que era una institución exclusiva para hombres, y se convirtió allí en la primera mujer en obtener el título de Bachiller.

Elida Paso y Cecilia Grierson habían sido las primeras mujeres en ingresar a la Facultad de Medicina y, siguiendo sus pasos, Lanteri logró ser admitida como estudiante de esa carrera en 1896, con un permiso del entonces decano, Leopoldo Montes de Oca, y dos años después se recibió de farmacéutica.

Mientras cursaba las últimas materias del doctorado en Medicina, asistió al Congreso Internacional del Libre Pensamiento que se realizó en Buenos Aires en 1906, al que asistieron las figuras del movimiento feminista, como la dirigente socialista Alicia Moreau de Justo y Cecilia Grierson, entre otras.

Inspirada en las ideas de ese encuentro, constituiría la Liga Argentina de Mujeres Libre Pensadoras, mientras ocupaba un cargo en la asistencia médica pública de Buenos Aires.

En 1910, el año en el cual se desarrollaron los festejos del Primer Centenario, Lanteri se desempeña como secretaria y formula una clara postura sobre la prostitución.

“Si este mal existe es porque los gobiernos no se preocupan por extirparlo y puede decirse que lo explotan desde que lo reglamentan y sacan impuestos de él”, expuso en ese encuentro.

“En ese Congreso feminista pidió un voto de amor por la prostitutas, a quienes consideraba víctimas que habían sido empujadas hacia esa forma de explotación. Era lo que hoy en día se considera una ‘abolicionista’, pero entendía que no se podía criminalizar a quienes ejercían esa actividad”, explicó Bellota.

Un año más tarde, y en medio de la discusiones sobre la Ley Sáenz Peña de voto universal y secreto, se presentó ante la Justicia para que le reconocieran su derecho a sufragar, y para sorpresa de muchos, le fue conferida la posibilidad de emitir su voluntad en los comicios de esos año.

En un fallo de primera instancia, ratificado por la Cámara Federal, se estableció que “no había impedimento legal para impedir que una mujer ejerciera el derecho al voto”.

Lanteri quedó incorporada al padrón como la única mujer y votó en las elecciones municipales que se desarrollaron el 26 de noviembre de aquel año.

Lo hizo en el barrio de La Boca y se convirtió en la primera mujer que logró manifestar su voluntad electoral en Argentina y Sudamérica.

Sin embargo, la Ley Sáenz Peña, sancionada en 1912, que estableció el voto universal, secreto y obligatorio, fijo una restricción que pareció hecha a medida: el padrón electoral se basaba en el empadronamiento militar, en el que sólo figuraban hombres.

La médica decidió presentarse para ser reclutada, hacer el servicio militar y obtener así la posibilidad de figurar en el padrón, pero la rechazaron.

Pero no cesó en sus intentos de participar en una elecciones y pidió ser candidata ante la Justicia, al plantear que la Constitución hablaba de los derechos de los ciudadanos en términos genéricos, y que no excluía a las mujeres.

En 1919, Lanteri estableció el Partido Feminista Nacional y se presentó a las elecciones para diputados de ese año con el propósito de competir como candidata en base a un padrón masculino en el cual no figuraba como electora.

“Hizo un partido de mujeres. La misma estrategia que siguió Eva Perón cuando creó el Partido Peronista Femenino con la idea de lograr el derecho al voto. El espacio de Lanteri proponía un subsidio a las madres por hijo, que era como una Asignación Universal de la actualidad”, indicó la historiadora.

Tras el golpe de Estado de José Félix Uriburu que derrocó a Hipólito Yrigoyen, se instaló un clima de dura represión estatal y censura.

En febrero de 1932, a poco de haber asumido Agustín P. Justo como presidente tras una elecciones signadas por el fraude, Lanteri es atropellada por un auto conducido por un integrante de la Legión Cívica, un grupo fascista y parapolicial amparado por las autoridades.

Tras agonizar durante dos días, la sexta médica recibida en Argentina, murió a causa de las heridas en el hospital Rawson a los 59 años.

“Fue un hecho que tuvo todas las características de un atentado. Julieta le había dicho a sus allegados que temía por su vida. Había un clima de persecución contra socialistas, anarquistas, obreros, y el feminismo no podía escapar a todo esa represión. Lanteri pagó con su vida su decisión de luchar por los derechos de las mujeres”, dice Bellota.

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