El Palacio Quemado vuelve a ser sede de gobierno tras la autoproclamación de Áñez
La autoproclamada presidenta interina de Bolivia, Jeanine Áñez, volvió a elegir al histórico Palacio Quemado como sede de la Presidencia, una función que había perdido hace más de un año tras la inauguración de la Casa Grande del Pueblo, el nuevo edificio gubernamental erigido por el ex mandatario Evo Morales.
Poco después de proclamarse gobernante interina, Áñez se trasladó de inmediato a la antigua sede del Ejecutivo, situada a unos metros del Congreso, y entró con una Biblia y entonó el himno nacional, un acto simbólico que rompe con los emblemas del gobierno de Morales.
Fuentes del entorno de Áñez confirmaron a Télam que la nueva presidenta dirigirá su gestión desde el edificio colonial, que entre 1853 y 2018 fue sede de la Presidencia.
El Palacio Quemado, que tomó su nombre después de sufrir un incendio en 1875, pasó a albergar desde el 9 de agosto de 2018 un museo y oficinas de Diremar, una instancia técnica que fue parte central en el juicio planteado a Chile ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en el reclamo por una salida al mar.
La histórica sede de gobierno fue reemplazada entonces por la denominada Casa Grande del Pueblo, un moderno rascacielos de 29 pisos ubicado también en la plaza Murillo de La Paz, justo detrás del antiguo edificio.
En sus 120 metros de altura, el inmueble, visible desde casi toda la capital, alberga las oficias de la presidencia, vicepresidencia y cinco ministerios del Poder Ejecutivo.
Criticado por contrastar con la arquitectura colonial paceña y su alto coste -de 34,4 millones de dólares según el gobierno y de más de 40 millones de acuerdo a los medios locales-, la nueva sede presidencial es también conocida como “el Palacio de Evo”.
Sus críticos lo denominan así por ser también la residencia oficial del jefe de Estado.
Según el diario Página Siete, el alojamiento que usaba Morales es una suite de lujo de más de 1.000 metros cuadrados que incluye un gimnasio, una sala para masajes, un jacuzzi y un sauna.
Sin embargo, para el ex mandatario la Casa Grande del Pueblo, cuyo diseño recoge diferentes elementos indígenas, era un símbolo de la nueva Bolivia, pujante y plural.
El Palacio Quemado, en cambio, era para Morales un vestigio del colonialismo que representa a los gobiernos neoliberales que despojaron al Estado de su riqueza, su patrimonio y su memoria.