Olimpo se reivindicó en el monumental
“Hay jugadores que tienen que demostrar que pueden jugar en River”. Tales fueron las palabras de Ramón Díaz desde el banco de suplentes, antes de que la pelota ruede en el Monumental. A 90 minutos de dicha afirmación, lo único que quedó claro en Núñez fue que uno, quizás dos de los que salieron a la cancha contra Olimpo, estuvieron a la altura. Como había hecho contra Boca, el bahiense volvió a amargarle la existencia a un gigante y se volvió a su ciudad con la bolsa llena de goles y la esperanza de un futuro promisorio.
De entrada la historia le hizo un guiño a River dándole un gol en la primera llegada, a través del anticipo de Gio Simeone. Hay que buscar con monóculo para encontrar otra llegada clara del equipo de Ramón en el resto del partido. Olimpo, por el contrario, no acusó el golpe del 1-0 y siguió presionando como desde el primer minuto. Primero le robó la pelota en la mitad, luego se arrimó al área y, sobre el final del PT, llegó al empate con Pérez Guedes.
Tras el descanso, el escenario se sosprechaba previsible: el Aurinegro saldría a cuidar el empate y River a ganarlo. Se sobreentendía. Pero no. Lejos de eso, los de Perazzo mantuvieron su ambición y, con un cabezazo de Furios y un tiro libre de Vega (que se desvío en Vangioni), armaron su propia fiestita en Núñez. Como para soñar con escaparle a la delicada situación que ostenta en los promedios.
Más problemas debe tener Ramón. Ni sus soldados ni los que ya estaban dieron la cara (hubo palmas sólo para Kranevitter y el Cholito) ante uno de los rivales más flojos del torneo y sumó su noveno partido sin conocer la victoria. Ni Carbonero, ni Fabbro, ni Mora respondieron a lo que el Pelado había pedido en la previa. Desde la tribuna, la gente sí ve que su equipo no toca fondo y, otra vez, tuvo que cambiar festejo por puteadas.