lunes, noviembre 25, 2024
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El encuentro de Rocky y Jake LaMotta

No podrían ser más distintos: uno es protagonista de discutibles películas de acción, el otro supo ganar el Oscar por El Padrino y Toro salvaje. Pero fue precisamente De Niro quien convenció a Sly para una historia en que terminan cruzando guantes sobre el ring.

En su nueva comedia sobre el mundo del box, Grudge Match, Sylvester Stallone y Robert de Niro aparecen como dos púgiles rivales que son tentados a salir de su retiro para una última pelea. Pero para Stallone y De Niro, las estrellas de Rocky y Toro salvaje, una comedia situada en un ring puede significar el riesgo de arruinar la reputación ganadas en sus icónicos triunfos en el boxeo cinematográfico. En el encuentro que se produce en Nueva York, Stallone admite que esa fue la razón por la cual tuvo serias dudas cuando le llegó el ofrecimiento. “Pensé ‘No sé, esto puede convertirse en una parodia’. Lo reflexioné muy detenidamente”, señala. Pero una llamada de De Niro lo hizo cambiar de idea. “Me hizo recapacitar… estaba torturando al director Peter Segal para que reescribiera una escena, y de pronto me di cuenta de que el que tenía que cambiar era yo. De Niro llamó y me dijo ‘Hagámosla, la vamos a pasar bien’, y tenía razón. Era un gran guión, y tocaba todos esos temas sin ponerse sensiblera.”

De Niro (70) y Stallone (67) pueden haberla pasado muy bien filmando su nueva película en Nueva Orleans, pero son dos luchadores cinematográficos marcadamente diferentes. Stallone se hizo un nombre con Rocky, un drama boxístico de 1976 que le valió nominaciones al Oscar por su actuación y por haber escrito el guión. Pero con el tiempo no llegaron otras nominaciones de la Academia, y se convirtió en una estrella de películas de acción en franquicias como Rambo, Los Indestructibles y otros títulos menos memorables. De Niro tiene dos Oscar, por El Padrino II y su performance como el defectuoso boxeador de peso mediano Jake LaMotta en Toro salvaje, de Martin Scorsese, además de conseguir otras cinco nominaciones. En la última década, De Niro se ha especializado en la comedia (no colabora con Scorsese desde Casino, de 1995). Por contraste, Stallone se ha alejado de la posibilidad de parecer gracioso desde dos fracasos resonantes en la comedia, Para o mi mamá dispara! y Oscar, ambas filmadas a comienzos de los ’90.

Conocerlos en persona confirma que sus variaciones en la pantalla se extienden a sus personalidades. Stallone es gregario y perceptivo; sabe que su fuerte descansa en las películas de acción, pero su inteligencia creativa viene a recordar que es también un dotado pintor abstracto, y un romántico que rechazó grandes ofertas económicas cuando estaba quebrado y comenzando a hacer la primera Rocky en la manera que él quería. De Niro tiene esa personalidad tímida que es marca registrada fuera de pantalla, su cara oscurecida por una gorra. No tiene necesidad de exponer significativamente sus habilidades; sus performances hablan por él. Ambos ya actuaron juntos una única vez, en el drama policíaco Tierra de policías (James Mangold, 1997), pero nunca se enfrentaron de la manera que lo hacen en Grudge Match. La película también incluye al veterano comediante Alan Arkin, como el entrenador de Henry “Razor” Sharp (Stallone), y a Kim Basinger como el interés romántico de Sharp y Billy “The Kid” McDonnen (De Niro). Segal dice que Stallone era el que tenía más para perder: “Definitivamente, Sly tomó el riesgo mayor, porque Bob le ha hecho guiños a El Padrino desde Analízame”, dice, refiriéndose a la exitosa comedia sobre la mafia estrenada en 1999. “Esta era una cosa medio complicada para Sly. Amamos esas películas, Toro salvaje y Rocky, y aun para hacerle un guiño a algo, a un material anterior, tenés que amarlo.”

Stallone habla de la carrera de De Niro con admiración y asombro: “Empezamos al mismo tiempo y nunca olvidaré que Taxi driver y Rocky se daban al mismo tiempo”, dice. “Yo pensaba ‘¿Quién es este tipo con el mohawk?’. Yo no hubiera tenido las agallas para hacer esa clase de película. Cuando hice Rambo no tenía intención de hacer películas de acción, simplemente terminé por ese camino. El se convirtió en este enorme actor dramático. Y tomás a esos tipos que van por direcciones opuestas y terminamos en un ring, 30 años después y habiendo tenido carreras increíblemente diversas. La suya es afortunada. La mía es como un chiste. ¡Pero es un buen chiste!”

Para hacer Grudge Match se requirió que ambos actores se pusieran en forma con el entrenador de boxeo Bob Sale, que previamente trabajó con Stallone como asesor técnico en Rocky Balboa, sexta película de la serie. Pero a diferencia de Toro salvaje, donde De Niro aumentó 25 kilos de peso para retratar a un Jake LaMotta en decadencia física, aquí tenían que perder peso. Stallone se volcó a una dieta compuesta en un 95 por ciento por proteínas, sin carbohidratos, y llegó a 76 kilos, su peso más bajo desde 1981. “Para mí fue una buena excusa para meterme de nuevo en el entrenamiento y el boxeo”, dice De Niro. “Bob Sale me entrenó a mí en Nueva York y a Stallone en California. Me enseñó la coreografía que Stallone había creado. La hicimos por separado y después nos encontramos en Nueva Orleans y trabajamos en eso.”

Tanto a Stallone como a De Niro les terminó picando el bichito del box. Stallone interpretará en breve a Rocky Balboa por séptima vez en Creed, dirigida por Ryan Cogler, responsable de la aclamada Fruitvale Station. De Niro interpreta al entrenador Ray Arcel en Hands of Stone, una biopic del boxeador panameño Roberto “Mano de Piedra” Durán. Para Stallone, en Grudge Match el boxeo sirve como metáfora de la vida. Para él, el actor es como la víctima en el ring: “Te sentís desvalido porque cuando estás tratando de conseguir un trabajo vas contra un estudio, y es una montaña muy grande para escalar. No sé si alguna vez realmente lo conseguís”, dice, y agrega: “En la actuación te pegan una buena paliza de vez en cuando. Tenés que bancarte algunas caídas”. De hecho, cuando se le pregunta a Stallone si, como su personaje Razor Sharp en Grudge Match, iría atrás para revisitar algo de su vida, no escapa a la respuesta. “¿Qué tal ‘todo’?”, murmura, aunque en tono de broma. “¡Me gustaría empezar en el 6 de julio de 1946! Por supuesto que todos nos arrepentimos de algo, pero también es claro que nuestros arrepentimientos y nuestros errores, de algún modo, desarrollan nuestra personalidad. Mostrame un actor feliz y te mostraré un actor de mierda.” De Niro parece contento con su actualidad. “La estoy pasando bien. Me gusta hacer comedias. Son diferentes… me considero un tipo muy afortunado. Me siento cómodo con las elecciones que hice en mi vida.” Lo que lo fastidia es la lectura que se hace de la vejez en la sociedad. “Cuando te hacés más viejo hay una discriminación hacia la gente por su edad. Caminás por la calle y ves gente joven que no te reconoce, no mira, no se dan vuelta, no están interesados.”

Grudge Match tuvo un recibimiento dispar entre los críticos de cine de Estados Unidos, algo que es de esperar que le molestará más a Stallone que a De Niro. Interrogados sobre la pelea culminante entre los dos en la película, Stallone dice: “Fue maravilloso. Finalmente entrar al ring con él… es algo que no volverá a suceder nunca. Es uno de esos momentos asombrosos en los que pensás ‘¿es esto posible, treinta años después de Toro salvaje?’”. De Niro tiene otra aproximación al concepto del arte y el tiempo. “Siempre te importa lo que la gente piensa de vos. Pero tengo que hacer lo que siento que debo hacer, porque en 30 o 40 años ya no importará.”

* Fuente: The Independent de Gran Bretaña.

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