Estado Unidos: los republicanos, más cerca de arrebatar a Obama el control del Senado
El Partido Republicano se aseguró tres de las seis bancas que necesita para tomar el control del Senado, en unos comicios marcados por el descontento con el presidente demócrata Barack Obama y en los que la oposición conservadora se encaminaba también a aumentar su mayoría en la Cámara de Representantes.
Arrebatando una banca que desde hace décadas estaba en manos demócratas, la republicana Shelley Moore Capito ganó la elección para senador en el estado de Virginia Occidental, convirtiéndose en la primera integrante de su partido en hacerlo desde 1956, según proyectó la cadena de noticias CNN.
En Arkansas, el republicano Tom Cotton derrotó al senador demócrata Mark Pryor, quien ocupaba la banca en disputa desde 2003, mientras que otro republicano, Mike Rounds, ganó una banca senatorial por Dakota del Sur que quedaba vacante por el retiro del demócrata que la controlaba, según la misma cadena.
Asimismo, el líder de la bancada republicana en el Senado, Mitch McConnell, fue reelecto en su estado de Kentucky, al igual que senadores republicanos por Maine, Carolina del Sur, Tennessee, Alabama, Oklahoma, Mississippi y Texas.
Por su parte, al menos seis senadores demócratas mantuvieron sus escaños: los de Massachusetts, New Jersey, Rhode Island, Delaware, Illinois, el estado donde Obama inició su carrera política, y Michigan.
Los republicanos necesitan una ganancia neta de seis bancas para arrebatar a los demócratas la mayoría en el Senado que el partido de Obama ostenta desde 2006.
Las victorias en Virginia Occidental, Arkansas y Dakota del Sur, si es que el partido no pierde otras bancas, dejan entonces a los republicanos a tres escaños de los 51 que necesitan para dominar el Senado.
Sin importar qué partido termine con el Senado en su manos -los resultados definitivos se conocerán mañana-, otros dos años de gobierno dividido se prefiguran como inevitables en un país atravesado por un profundo descontento con Obama y con los políticos en general, tanto demócratas como republicanos.
El actual mandato de Obama, en el poder desde 2009, culmina en dos años, y todos los pronósticos indican que los republicanos, lejos de perder asientos, aumentarán la mayoría que tienen en la Cámara de Representantes desde 2010, el último año en que el mandatario pudo sacar adelante reformas y leyes objetadas por la oposición.
Los estadounidenses también votaron hoy para elegir los gobernadores de 36 de los 50 estados, y siete republicanos obtuvieron su reelección en Carolina del Sur, Ohio, Tennessee, Alabama, Arkansas, Texas y Dakota del Sur.
El reelecto gobernador de Ohio, John Kasich, es uno de varios potenciales candidatos presidenciales republicanos para 2016 que se presentaron como candidatos en los comicios.
Por su parte, los demócratas despojaron a la oposición de la gobernación de Pensilvania y ganaron también en Nueva York y New Hampshire, según proyecciones de CNN.
Luego de años de problemas económicos, disputas políticas y crisis internacionales, los estadounidenses llegaron a las urnas con un notorio descontento, especialmente con Obama pero también con los republicanos.
Según un sondeo a boca de urna, dos tercios de los votantes dijeron creer que el país va por mal camino, y apenas un 30 por ciento señaló que estaba en la dirección correcta.
La encuesta, que es elaborada desde hace años para CNN y algunas de las principales cadenas y medios estadounidenses, mostró que apenas 1 de cada cinco votantes confía en que el gobierno haga lo correcto la mayor parte del tiempo o todo el tiempo.
Además, ocho de cada 10 votantes dijeron desaprobar la forma en que el Congreso está haciendo su trabajo.
El 60 por ciento de los encuestados se manifestó insatisfecho o molesto tanto con el desempeño de Obama como con el del liderazgo de los republicanos en el Congreso.
“Es lógico que la gente esté frustrada” con el gobierno luego de seis años de Obama en la Presidencia, de lenta recuperación económica y de una difícil agenda de política exterior, admitió Martin Murely, un votante demócrata, en declaraciones a Télam luego de votar en Washington para elegir al alcalde capitalino.
Tras una campaña en la que los candidatos demócratas prefirieron evitarlo, Obama, cuyo índices de aprobación rondan el 40 por ciento, siguió el escrutinio desde la Casa Blanca, y en mitad del escrutinio invitó al liderazgo del Congreso a una reunión el próximo viernes, según informó su vocero, Josh Ernest.
Un cambio de manos del Senado, de los demócratas a los republicanos, seguramente derivará en fuertes intentos de la oposición por reducir el gasto público y el rol del Estado en general y de obligar a Obama a aceptar cambios en su reforma de Salud de 2010, el mayor logro legislativo de su presidencia.
Un total de 36 de las 100 bancas del Senado se pusieron en juego en las elecciones, pero la mayor atención estaba puesta en menos de una decena, entre los cuales también figuraban Carolina del Norte y Alaska, estados que Obama perdió en 2012, Colorado y New Hampshire, donde el presidente se impuso hace dos años, y Kansas.
Dada la paridad de esas carreras, sumada a la probabilidad de segundas vueltas en Louisiana y Georgia en diciembre y enero, respectivamente, el escrutinio para el Senado podría terminar sin que ningún partido pueda cantar victoria mañana, el día siguiente a los comicios.
En cuanto a la cámara baja, en las elecciones se renovaron sus 435 bancas, y CNN proyectó que los republicanos mantendrán su mayoría, algo que se esperaba largamente.
Entre los congresistas que buscaban la reelección figuraban el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, de Ohio, y la líder de la bancada demócrata, la californiana Nancy Pelosi.
Ni siquiera los demócratas se atribuyeron alguna posibilidad de arrebatar a los republicanos el control de la cámara baja.
Los republicanos, por su parte, trataron de minimizar los pronósticos de un gran avance en la Cámara de Representantes, aunque una ganancia neta de 13 bancas les daría su mayor número de escaños en el recinto desde 1946.
Las elecciones de hoy, las cuales serán las más caras de la historia al contabilizar un gasto de al menos 3.670 millones de dólares entre los candidatos, partidos y donaciones de particulares, prepararán además el terreno para la próxima campaña presidencial en 2016.
Tanto demócratas como republicanos saben que a partir de enero, con el nuevo Congreso ya conformado, el siguiente gran objetivo que guiará sus políticas será la pelea por ocupar el sillón del Salón Oval en la Casa Blanca.