lunes, noviembre 25, 2024
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Almeyda."Ojalá que este campeonato defina al fútbol argentino"

El DT de Banfield asegura que en nuestro país no hay una identidad marcada; cree que el último Mundial propició un torneo más atractivo y generó varios cambios.

“Pasen, acá es donde vivimos.” Con una sonrisa franca, Matías Almeyda, DT de Banfield, recibe a la nacion. El lugar es la antesala de su habitación en las instalaciones del club en el predio de Luis Guillón. Está decorada con fotos de momentos de su ciclo al frente del equipo y también se destaca una de su padre. Atrás quedó un nuevo entrenamiento, otro día de trabajo en el cual junto con su cuerpo técnico repitió movimientos para solucionar los defectos de un conjunto que, asegura, “tiene menos de lo que merece”.

El gesto es de mirada más profunda al referirse a la actualidad de su equipo, porque sabe que para sostener sus argumentos con continuidad necesita que Banfield salga de la incómoda y marginal posición que ocupa en la tabla. “En diciembre vamos a reforzar el equipo para realmente ser protagonistas el año que viene. Pero mientras tanto necesitamos conseguir buenos resultados”, apunta.

En la mesa no faltan el mate ni los cigarrillos, mientras en la TV se juega un partido del fútbol europeo. La pantalla sigue encendida, pero ahora sin volumen para darse a una charla sobre su tarea y la estructura del fútbol argentino, un ámbito en el que dice haber aprendido a transitar a partir de la madurez de los años.

Almeyda integra ese grupo de técnicos separado de los futbolistas por una corta brecha generacional, una tendencia que se instala en una renovación generacional.

-¿La propuesta de Banfield es atípica en el fútbol argentino?

-No, algunas son parecidas a la nuestra. Tenemos la misma idea de juego desde el Nacional B, aunque incluimos variantes y vamos cambiando en función de la cantidad de jugadores en defensa y en el medio campo. El fútbol tiene una sola forma de jugarlo, que es pasándole la pelota a un compañero, pero eso se puede lograr con esquemas y tácticas diferentes.

-¿Se nota la diferencia de categoría?

-En este torneo los resultados hasta ahora no se ajustan a lo que hicimos. Este equipo tiene menos de lo que merece. Sumamos poco en relación con lo que propusimos. Somos el equipo argentino que más ataca con jugadas claras, elaboradas desde la salida del fondo. En muchos partidos Banfield hilvanó 15 o 18 toques para llegar al arco, aunque después fallamos en la definición. La diferencia entre el Nacional B y Primera es que no pudimos concretar la cantidad de situaciones que generamos.

-¿Cómo transitás el presente de Banfield?

-En estos momentos necesitamos unión, sinceridad y trabajo. Futbolísticamente jugamos un buen torneo, pero es muy pobre lo que se ha conseguido a nivel de los resultados, y por eso hay que sacar las conclusiones correspondientes. Tenemos muy pocos puntos, entonces hay que terminar este torneo lo mejor posible y pensar en un nuevo equipo para el año que viene.

-Es un campeonato con partidos abiertos y de muchos goles. ¿A qué se debe?

-El Mundial de Brasil generó varios de los cambios que se ven en este campeonato. Y es una novedad conveniente, porque la gente paga una entrada para ir a ver algo que le gusta. Hay varios equipos que decidieron arriesgar un poco más, eso genera más goles y también más errores, que obligan a trabajar para solucionarlos.

-¿Cuál es la tarea principal de un DT en la tarea cotidiana?

-Tengo un grupo de trabajo de varias personas y cada cual aporta lo suyo, con intercambio de opiniones. Es clave la planificación. Nosotros sabemos qué vamos a hacer esta semana, la próxima y también ya se organiza la pretemporada. Entonces, lo que buscamos es que cada entrenamiento se haga con seriedad, pero que a la vez también resulte atractivo para nosotros y los jugadores. Así se logra que todos estemos enganchados con el trabajo de cada día.

-¿Los técnicos están sometidos a una presión permanente?

-No, la presión es otra cosa. Pero tengo diez personas en mi cuerpo técnico que me ayudan y yo me tengo que meter dentro de sus cabezas, me tengo que meter también en las de 25 o 30 jugadores y en las de los dirigentes, a quienes además debo rendirles cuentas. Y también me tengo que meter en la cabeza de ustedes, para hablar sin dejar títulos. Ser entrenador es tener varias responsabilidades.

-Es habitual escuchar hablar de “proyectos”, pero ¿qué implica, realmente, llevar adelante un proyecto futbolístico?

-Un proyecto tiene que ser creíble desde el primer minuto. Que sea creíble implica ejemplos cotidianos y concretar lo propuesto. Un proyecto implica tener un estilo propio y marcado. En el caso de Banfield, el proyecto se apoya en la gran relación que tengo con el presidente y con la dirigencia; eso nos permitió trabajar tranquilos y prestar atención a todos los ámbitos futbolísticos del club. Vemos jugadores desde la novena división y sumamos permanentemente juveniles al plantel profesional. Buscamos potenciar a los chicos y también prepararlos más allá de la pelota, por ejemplo con el estudio; el que no va a la secundaria conmigo no juega.

-Si tomás como parámetro tu época de jugador, ¿hoy los chicos llegan mejor o peor preparados al fútbol profesional?

-Antes llegaban más armados. Hoy esta velocidad de permanente búsqueda de resultados y de venta de jugadores hace que los procesos se apresuren. En las inferiores antes había muchos formadores y hoy no. Entonces, en primera hay que hacerles asimilar a los chicos cosas básicas. Hoy esa enseñanza también es parte del trabajo de un entrenador. Banfield tiene un plantel corto y tuve la necesidad de hacer debutar a varios juveniles.

-¿Por eso también tantos futbolistas se completan y mejoran en Europa?

-Sí, y puede ser un llamado de atención al trabajo de acá. Antes los jugadores de Chile, Colombia o Uruguay tenían que pasar por Argentina para irse a Europa: hoy dan el salto directamente. A lo mejor eso marca que ellos mejoraron y nosotros, en algún sentido, nos estancamos.

-¿Y cómo influye en ese proceso de trabajo la lógica que impone triunfos por sobre todas las cosas?

-Tenemos un diálogo sincero con los dirigentes y un grupo de jugadores comprometido. De todas formas, sabemos que siempre dependemos mucho de los resultados. Todos queremos ganar, pero la receta de la victoria no la tiene nadie; por eso, de lo que se trata es de poner empeño en corregir errores y generar un sello propio que convenza a los futbolistas de lo que se está haciendo.

-¿Cuál es la identidad del fútbol argentino?

-Cada vez que llega un torneo internacional decimos que la Argentina tiene que ser campeón, entonces yo me pregunto cuál es el sistema de la Argentina para ganar. Porque en el 78 fuimos campeones con el esquema que había armado Menotti y en el 86 volvimos a conseguir el título, pero con una idea distinta que había impuesto Bilardo. Después hubo muchos vaivenes. Si ves a Alemania y España sabés desde hace tiempo a qué juegan, qué es lo que intentan y cómo. Nosotros, en cambio, no estamos definidos. Ojalá que este campeonato marque algo y defina al fútbol argentino.

-¿Cómo recibiste los elogios a tu trabajo de Gerardo Martino y de otros colegas?

-Es muy gratificante que gente con mucha más experiencia que yo destaque la tarea que hacemos y la idea que tenemos a la hora de parar un equipo. Es una motivación, porque nos muestra que estamos por el buen camino. Lo importante es seguir mejorando. Somos bastante obsesivos en esa cuestión.

-En tu primer retiro como futbolista te habías referido a ciertas conductas que no te gustaban. ¿Hoy tenés otra mirada?

-Aprendí a aceptar, a entender que no tengo la verdad y que me equivoco. Cambié porque maduré un montón. No sólo el fútbol tiene cosas raras: sucede en cada circunstancia de la vida. El fútbol es fantástico porque en torno a la pelota se mezclan distintas clases sociales y se genera un entretenimiento muy grande para mucha gente. Hay que evitar la violencia y los comentarios destructivos. De este juego comemos muchos y habría que ser más agradecidos.

-¿Se trata de aceptar las reglas del juego?

-No puedo cambiar al mundo futbolístico; una vez lo intenté y me fui, y me hice mal yo. Hago mi trabajo y soy un agradecido por eso. Convivo y trato de no hacer las cosas que a mí tanto me molestaban.

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