jueves, noviembre 21, 2024
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Cómo hizo Pechito López para pasar de tercer piloto del equipo a campeón mundial de Turismo

El cordobés, que ayer se coronó en WTCC con Citroën, primero fue tentado para compartir la tercera butaca del equipo con otros dos pilotos, pero su nivel lo llevó a quedarse con el lugar.

Es una historia para aprender. Para no dejarse llevar por el dolor del fracaso. Para entender que el golpe no es de knock out, que siempre hay tiempo para levantarse y dar pelea nuevamente. Y buscar las alternativas para encontrar la felicidad. Por que no hay un sólo camino para encontrarla. Aunque uno crea que es ése sendero, el que se imagina solitario, el que tiene la única llegada a ese objetivo final anhelado. Claro que el camino por lo general no es llano. Hay piedras por sortear, se hace duro. El talento no es la llave del éxito. Por lo general, es al revés, al talento hay que acompañarlo con sacrificio, voluntad, dedicación, firmeza y entereza.

José María López luce el número 1 en el automovilismo internacional. Se consagró con el título del Campeonato Mundial de Turismo, el World Touring Car Championship (WTCC), una de las categorías de la Federación Internacional del Automóvil (FIA) que otorga ese galardón. Un objetivo que hace 14 meses era totalmente impensado para el piloto de Río Tercero, que a los 31 años alcanzó la gloria.

Llegó con 93 puntos de ventaja a Suzuka, con la misión de obtener otros 17 que le aseguraran el cetro. Y Pechito hizo todo lo que debía hacer con el Citroën C-Elysée: obtuvo la pole position y luego se impuso en la primera de las dos carreras del fin de semana, el penúltimo del calendario, y aprovechó el abandono de Muller por problemas en su unidad para festejar anticipadamente el título. En la segunda competencia, tras la celebración del título, se ubicó en el sexto puesto, en la prueba que ganó Gabriele Tarquini (Honda Civic).

os festejos, justamente, son un reflejo de lo que transmitió López en el equipo Citroën, de pura cepa francesa. Con pilotos estrellas en su país. Yvan Müller, el monarca histórico de la categoría con techo, y el nueve veces campeón de Rally Sebastien Loeb, que completa su primera temporada en la disciplina sobre pista. Todo un reto para el galardonado Seb, la imagen del triunfo por excelencia de la marca.

No es común que en un team con un sello tan marcado, la celebración haya sido con la camiseta argentina. Todo un símbolo de lo que logró López sobre la base de un talento inmenso, sorprendente hasta para sus propios compañeros de equipo, admitido más de una vez, pero especialmente de sacrificio y dedicación absoluta.

Es cierto, no todos los días se gana un título mundial. De hecho, la Argentina, uno de los países con mayor tradición automovilística, debe remontarse a 1957 para encontrar una corona mundial en una categoría de pista: cuando Juan Manuel Fangio conquistó el quinto campeonato en la Fórmula 1.

Sin embargo, si bien el peso de la noticia obliga a recordar una temporada maravillosa, con un rendimiento superlativo de Pechito dentro de un equipo que parecía, en teoría, ofrecer su despliegue tecnológico a los representantes franceses, hay otras alternativas que son tan importantes como lo logrado ayer en Suzuka, Japón.

Pechito participó el año pasado en la doble fecha que el WTCC realizó en Termas de Río Hondo, como consecuencia de la insistencia de su padre, José (“Pecho”) para correr allí. Con un BMW, fue a participar. Y logró una victoria en su debut. Allí despertó el interés de la categoría, en especial, por un talento llamativo.

Luego llegaron los contactos con Citroën, el equipo francés que se alistaba para desembarcar con su poderío tecnológico. Müller y Loeb eran los pilotos fijos. La tercera bustaca estaba destinada a pilotos que se iban a alternar según la región donde hacía escala el WTCC. Robert Kubica, en Europa; el chino Ma Quing Hua, en Asia, y López, en América.

Las pruebas en Paul Ricard fueron determinantes. Tan sólido fue el accionar del cordobés, que deslumbró a Yves Matton, director general de Citroën Racing. Ese fue el mayor logro de López: ganarse con derecho propio una de las tres butacas más preciadas de la categoría.

A partir de allí, hizo su trabajo, contundente, para ganar la corona, que, debido al poderío del team galo, iba a quedar en manos de alguno de los tres pilotos.

López sabe de sacrificios. A los 15 años viajó solo a Europa. A la angustia de su soledad, se le sumó la pérdida de aquella valija que tanto abrigo llevaba para defenderse del frío italiano. Si hasta el buzo antiflama y los guantes de carrera debió usar en su vida cotidiana para cubrirse del frío.

Deslumbró en el karting, pasó a los autos de fórmula, mantuvo su gran nivel y llegó a ser tester del equipo Renault de Fórmula 1. Pero a los 23 años se quedó con las manos vacías y volvió a la Argentina golpeado por un destino que parecía depositarlo en la máxima categoría, la que tanto soñaba, y que le quedó tan lejos.

En nuestro país salió campeón de TC2000, de Top Race y protagonista del Turismo Carretera. Revolucionó el automovilismo criollo. Apareció otra chance para subirse a la Fórmula 1, pero el equipo USF1 fue una frustrante utopía. Y otra vez la decepción. “Hay vida después de la F.1. No todos llegan allí. Hay que asimilarlo y seguir hacia adelante. Siempre se puede. Siempre…”, comentó a LA NACION José María López, el flamante campeón del mundo…

El último argentino campeón en pista fue Fangio, en 1957.

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