“¡Mirá cómo se produce para vos! Para mí nunca te pusiste así”
Una noche de locura, tortura y muerte conmocionó el pasado fin de semana a La Plata. Gabriel Adrián Landívar (foto de abajo), un remisero de 59 años, mató al nuevo novio de su expareja, mientras ambos cenaban en la casa de la mujer.
Después de la detención del asesino, que alegó que se trató de un “tema familiar”, salieron a la luz los detalles del ataque, que duró toda una madrugada.
La tortura comenzó en la casa ubicada en la calle 140, entre 48 y 50, en el barrio San Carlos, desde la noche del viernes 5 de octubre hasta las primeras horas del sábado. En esa propiedad vive la expareja del acusado, identificada en la causa como “E.R”, de 32 años.
Ambos habían tenido una relación tóxica, que terminó con un divorcio conflictivo. Sus dos hijos, de tres y nueve años, se habían quedado con ella.
Después de varios meses, la mujer había comenzado una nueva relación con Fernando Waldemar Torres Guerra (foto superior), un uruguayo de 49 años. Se conocían hace muchos años, pero recién en este último tiempo habían decidido dar un paso más en el vínculo.
Landívar, quien según los familiares de E.R nunca aceptó la separación, estaba al tanto del novio de su ex. “Mientras estés vos acá y él en Uruguay, todo bien. Si viene, la cosa va a cambiar”, le habría advertido.
El exmarido cumplió con su amenaza. Cuando se enteró de que Torres Guerra había viajado a La Plata para reencontrarse con ella, planeó con lujo de detalles el homicidio. El viernes, mientras la pareja cenaba una pizza en el comedor de la casa, el remisero entró con un arma y una bolsa de nylon en la mano. Estaba sacado y dispuesto a todo.
“Ahora sí empezó la fiesta”, les habría dicho, según reveló la hermana de E.R. Cuando vio su expareja, se enojó aún más: “Te planchaste el pelo. ¡Mirá cómo se produce para vos! Para mí nunca te pusiste así”, le habría reprochado.
La tortura estaba por comenzar. Landívar sacó una botella, precintos, pastillas, una picana y guantes de goma. Al primero que agredió fue a Torres Guerra, que no tenía posibilidades de defenderse porque permanecía atado. Según detallaron los investigadores, los obligó a ambos a tomar una mezcla de fármacos y alcohol. Mientras, los insultaba.
En la reconstrucción de los hechos, las autoridades determinaron que el acusado arrancó la manguera de gas de una estufa, hizo un alargue y se la acercó al novio de su ex, a quien ya le había puesto la bolsa de nylon en la cabeza. Sin embargo, el informe preliminar de la autopsia determinó que el hombre murió por ahorcamiento.
“Con un brazo rodearon su cuello y con el otro ejercieron presión, tirando hacia arriba”, aclararon en el escrito.
Tras asesinarlo, dejó a E.R tirada en el suelo de la cocina, desmayada por las torturas y los efectos del preparado que la había obligado a tomar. Cuando la Policía llegó a la escena del crimen, Guerra Torres ya estaba muerto y la joven fue trasladada al Hospital de Gonnet, en donde se recupera de las lesiones.
A Landívar lo detuvieron pocas horas después, cuando lo interceptaron en la puerta de su casa, a pocas cuadras de la vivienda de su expareja. (TN)