La pareja de hermanas británicas que quiere formar una unión civil
Catherine y Virginia son dos solteras británicas que se definen como muy conservadoras y que viven juntas desde hace más de 30 años. Ambas son propietarias de una casa en Clapham, al sur de Londres, y madres de Olivia.
La legislación, sin embargo, no reconoce la fuerza de su vínculo ni les permite acceder a los beneficios fiscales por conformar una familia. ¿Por qué? Porque no son una pareja gay. Son hermanas.
“Somos una familia alternativa, pero la ley no está de acuerdo”, proclama Catherine en el diario británico The Guardian.
“No hay un argumento real en contra”, asegura Catherine, de 59 años, a la BBC. “La gente no lo está entendiendo en absoluto”, subraya, para añadir que nunca ha querido vivir con otra persona que no fuera su hermana.
Según Catherine, hay un “vínculo especial” entre los hermanos que viven juntos de adultos. “Ella es como mi otra mitad, es mi mejor amiga. La conozco desde que nací. Algunas personas no se llevan bien con sus hermanos, pero si lo haces, puede ser una relación muy fuerte”, asegura.
Catherine y Ginda, como así llaman a Virginia y que tiene 63 años, compraron su primer apartamento juntas en 1985, cuando la primera se quedó embarazada “sin planearlo” de un hombre con el que nunca hubiera podido convivir. Ginda se fue a vivir con ella para que la niña “pudiera crecer en un hogar estable y lleno de amor”.
“La reacción inmediata de Ginda fue ‘no te abandonaré”, recuerda la hermana menor. La hija, Olivia, a la que apelan Livvy, tiene 24 años, es periodista y dice sentirse “como si tuviera dos madres”. “Llamar a Ginda mi tía no hace justicia al papel que ha desempeñado en mi vida. No considero que una sea más madre que la otra. Simplemente era un hogar muy feliz y estable. La gente pensaba que tenía dos madres y eso era todo”, explica la joven también a la BBC.
¿Por qué quieren poder registrarse como unión civil? Para disfrutar de los mismos derechos de herencia que otras parejas que han formalizado su relación. Como hermanas, no pueden transferirse propiedades o capital entre sí, como lo pueden hacer las parejas casadas o homosexuales en uniones civiles.
“Cuando mi hermana o yo muramos, una de nosotras tendrá que vender la casa para poder poder pagar el impuesto de sucesiones”, se lamenta Catherine. Una casa como la suya grava a una tasa del 40% cuando se transmite a otra persona. (Traducción: diario El País)