García Bernal: "Tener hijos me hizo confiar aún más en el mundo espiritual"
A punto de estrenar nueva película (El ardor), el actor nos habla de su vida nómade, nos quiere hacer creer que ya está grande para ser galán de Hollywood y cuenta qué es lo que más disfruta.
Contanos sobre tu personaje en El ardor.
R: Es una especie de espíritu de la selva que llega para establecer el balance de las cosas y el cauce de la vida. Se asemeja a la personalidad del jaguar. Es vulnerable, solitario, pero a la vez impulsivo. Es un justiciero. Yo describo la película como un western metafísico ecologista.
P: Suena bastante filosófico… ¿Te considerás una persona espiritual?
R: Sí. Creo que de por sí nacer en México te condiciona. Esa mezcla entre una cultura católica y otra pagana te da una raíz espiritual fuerte. Pero me pasó que primero me declaraba ateo, y después me di cuenta de que eso se contradecía con ser actor, que es apostarle al misterio.
P: ¿Cómo jugó esto en el hecho de ser papá?
R: Mucho. El nacimiento de mis hijos, sobre todo el de mi hija, me hizo confiar aún más en el mundo espiritual. Es un cambio de paradigma muy fuerte. Cuando uno se convierte en padre, relativiza su lugar en el planeta. Te das cuenta de lo chiquito que sos versus la gran escala.
P: ¿Sentís que con la actuación tenés una meta que traspasa la pantalla?
R: Empecé mal acostumbrado a películas muy trascendentales, como Amores perros. Para mí, el cine es una experiencia colectiva que tiene consecuencias. A todos nos pasó de ver películas que nos cambiaron la vida, y de salir diciendo: “Quiero vivir”. O, por ejemplo, mucha gente que con Y tu mamá también salió del cine diciendo: “Quiero coger” (risas). Entonces, creo en esa alquimia, en una buena idea, si no, es muy difícil que trabaje en una película equis.
P: ¿Por eso te resistís tanto a Hollywood?
R: Porque siento que es muy básico.
P: Sin embargo, te consideramos un galán de Hollywood…
R: Eso era cuando tenía 20 años. Ahora hay muchos más galanes.
P: Igual, no nos podés negar que las mujeres se te tiran en la calle…
R: Bueno, eso espero que nunca cambie (risas). Esas son las cosas lindas de esto.
P: ¿Sos tímido?
R: La verdad es que sí.
P: ¿Y si se te acerca una mujer y te encara?
R: Me pueden agarrar desprevenido y bueno…
P: Hiciste varias escenas jugadas. ¿Sos lanzado o pensás bastante las cosas?
R: Depende. Pero el ser actor te permite hacer cosas sin llevarte a consecuencias graves.
P: ¿Cómo es eso?
R: Cuando hice La mala educación, salí muchas veces vestido de mujer a la calle para ensayar. Era muy divertido, aunque también incómodo porque todos me miraban y me tiraban onda.
P: ¿Te tiraban onda los hombres?
R: Sí, vestido de mujer, hasta el más macho de los machos te encara. Y si me reconocían, peor.
P: Te la pasás viajando, y junto con tu amigo Diego Luna crearon un festival de cine que se llama “Ambulante”. ¿Cómo definís esta especie de espíritu nómade?
R: Creo que la migración es la historia original del ser humano. Como la Odisea, que es la ida y la vuelta al origen. Ese es el gran viaje que todos hacemos al crecer.
P: Pero también debés tener un lugar donde esté tu corazón, tu casa…
R: Sin duda. Con temor a sonar obvio, y a usar esa palabra de la patria grande, está en Latinoamérica. Me siento como en casa. También es cierto que ya soy mitad argentino, porque parte de mi familia está acá. Y es un lugar que amo.
P: Más allá de lo profesional, ¿qué disfrutás de la vida?
R: Me gusta mucho el acto fraternal. Desde la fiesta inesperada hasta un taller de origami. Disfruto mucho de estar con gente, del frenesí de joder. Y, por supuesto, todo lo que tiene que ver con la familia es increíblemente divertido y me encanta.
P: ¿Tenés alguna rutina en particular?
R: No tengo rutinas. Prefiero vivir el día a día.
Fuente: Ohlalá!