Desde Albania, el Papa rechazó que la religión justifique la violencia
Francisco eligió Albania, uno de los países más pobres de Europa y donde los creyentes católicos sufrieron una persecución durante el comunismo, para lanzar un mensaje de condena a todos los actos de violencia que se cometan en nombre de la fe.
El Pontífice estuvo apenas once horas en Tirana, la capital albana, pero en cada oportunidad que tuvo habló sobre la necesidad de alcanzar una convivencia religiosa pacífica y sobre la distancia que existe entre la religión y la violencia, según informó la agencia de noticias EFE.
“Que nadie piense que puede escudarse en Dios cuando proyecta y realiza actos de violencia y abusos. Que nadie tome la religión como pretexto para las propias acciones contrarias a la dignidad del hombre y sus derechos fundamentales, en primer lugar el de la vida y el de la libertad religiosa de todos”, advirtió.
Francisco no mencionó a ningún grupo ni a ningún conflicto en particular, sin embargo, sus palabras se conocen luego de que el extremista Estado Islámico, una milicia que controla un tercio de Irak y Siria y aterroriza a todas las minorías religiosas y a los musulmanes sunnitas que no comparten sus misma visión ultra conservadora del Islam, lo amenazara de muerte.
El Vaticano se tomó muy seriamente la amenaza y por eso la plaza Madre Teresa en Tirana y una parte del bulevar están cerradas desde viernes al tráfico de coches, mientras que 50 francotiradores se instalaron en puntos claves de la capital albanesa para proteger al Pontífice.
De esta manera, la tranquila Tirana estuvo hoy prácticamente en estado de sitio con unos 600 efectivos de la Guardia Republicana y fuerzas de intervención rápida y especiales de RENEA, que se sumaron a numerosos agentes de policía, que vigilaron las calles por donde transitó Francisco.
En tanto, el gobierno albanés reforzó los los controles policiales en los puestos fronterizos con Kosovo y Macedonia, países donde numerosos albaneses han sido reclutados por yihadistas árabes en Siria.
Francisco eligió este pequeño país de tan solo 2,8 millones de habitantes para su primer viaje europeo por dos motivos: la religión en Albania estuvo prohibida durante las décadas del comunismo, con persecuciones y asesinatos de los que profesaban su fe, pero al mismo tiempo es históricamente ejemplo del diálogo pacífico entre las comunidades religiosas.
El dictador Enver Hoxha, quien dirigió el país entre 1944 y 1985, prohibió en 1967 la fe y una década después Albania se convirtió por mandato constitucional en el primer país ateo del mundo. Miles de iglesias y mezquitas fueron destruidas, convertidas en almacenes y cines que propagaban el ateísmo, los libros religiosos fueron quemados y a los padres se les prohibió poner a sus hijos los nombres religiosos de sus antepasados.
Pese a esta opresión, Albania nunca dejó de ser un país en el que las distintas comunidades religiosas siempre mantuvieron buenas relaciones entre sí, la mayoría musulmana (casi 60 %) y la minoría cristiana (10 % católicos y 7 % ortodoxos).
Albania es además uno de los países más pobres de Europa, y por tanto, destino natural de Francisco, como demostró en viajes anteriores, centrados en poner el acento en clamar contra la miseria.
Aunque en su visita de hoy, la crítica al capitalismo desenfrenado fue menos pronunciada que en otros viajes, también estuvo presente, y en su discurso en el palacio presidencial, recalcó la necesidad de responder a la globalización de los mercados con una “globalización de la solidaridad”.
“En un mundo que tiende a la globalización económica y cultural, es necesario esforzarse para que el crecimiento y el desarrollo estén a disposición de todos y no sólo de una parte de la población”, explicó.
Albania fue aceptado el junio pasado como uno de los candidatos para ingresar a la Unión Europea. Sin embargo, el camino que debe recorrer para cumplir con todos los requisitos, especialmente económicos, es aún muy largo.
Uno de los ejes de esta visita fue rendir homenaje a los mártires del comunismo, como recordaban las cuarenta fotografías de religiosos asesinados colgadas en el Bulevar de los Mártires de la Nación, que conduce a la Plaza de la Madre Teresa, donde se celebró una misa multitudinaria.
“Pensando en aquellos decenios de atroces sufrimientos y de durísimas persecuciones contra católicos, ortodoxos y musulmanes, podemos decir que Albania ha sido una tierra de mártires: muchos obispos, sacerdotes, religiosos y fieles laicos pagaron con la vida su fidelidad”, recordó Francisco durante su homilía ante el más de cuarto millón de personas.
El Obispo de Roma ensalzó la valentía de todos los que “no se doblegaron ante la amenaza y dieron muestras de valor y coherencia en la confesión de la fe”.