Se tiró por la ventana de su cuarto para escapar de un ladrón
“Cuando vi la sombra de una persona que se acercaba, me tiré. Salté desde el primer piso, sin soltar el celular, consciente de que era mi única herramienta de comunicación. Grité, grité, grité. Me levanté como pude. Abrí la tranquera y salí. Miré para arriba y ahí, desde la ventana que me tiré, había una persona mirándome. Él adentro de mi casa y yo afuera”.
No es una película de terror, tal cual ella misma aclara en ese breve y dramático relato que publicó el 25 de mayo en su muro de Facebook. Se llama Verónica Lamberti, tiene 30 años y es periodista. Vive en el country El Viejo Vivero, en Don Torcuato.Es vecina de Juan Román Riquelme, el único dato de color en esta dramática historia.
Todo ocurrió durante la madrugada del martes 22 de mayo. Verónica estaba sola, en su habitación, tratando de conciliar el sueño.
“El lunes a la 1 de la mañana un hombre entró a mi casa. La recorrió como si fuera suya. Prendió luces, abrió la heladera, llenó una valija con las cosas que se quería llevar y, cuando se aburrió de la planta baja, decidió subir al primer piso. Se trepó para llegar a la habitación en la que yo estaba, inquieta, intentando dormir. Intentaba, pero los ladridos de los perros y algunos ruidos que no detectaba bien de donde venían, no me dejaban. Me paré al lado de la ventana y sentí como al otro lado de la cortina y del vidrio había alguien intentando abrirla. Agarré el celular y me fui, rápido y en silencio, hacia la otra punta de la casa”, describe Verónica con todas las sensaciones aún vivas en su piel.
“Abrí la ventana más cercana a la calle y calculé cómo tirarme para caer lo mejor posible. Llamé a la guardia, llamé a mi vecina y llamé a la policía. Mientras hablaba con el 911 me paré en la ventana y esperé. Tenía la esperanza de que fuera mi imaginación, pero no”. Un segundo después, se tiró. Fractura de rama izquierda de pelvis y fractura de dos vertebras de la columna, diría el diagnóstico un par de días más tarde, luego de varios estudios médicos y de ser cobijada por su propio hermano en su casa de Capital Federal.
El plena huida, Verónica sintió que no iba a llegar. “Me arrastré por la calle, unos 60 metros, pidiendo ayuda. Desesperada. Nadie apareció. Cuando vi a una persona, no tan lejos, me dejé caer. Ya no podía dar un paso más. En ese momento apareció Olivia, mi perra, desesperada y se me tiró encima. Vivió mi dolor tanto como yo”, sigue la descripción.
Luego llegó la policía, ella ya estaba contenida por algunos vecinos y apareció una ambulancia. Del ladrón, solo rastros, una gorra y algunas manchas de sangre, producto de una pelea que tuvo con uno de los guardias de seguridad, que no pudo retenerlo.
“Me quedan por delante días de reposo absoluto, meses de intensos cuidados y dolores múltiples; físicos y emocionales. Miedos, angustias, pero también fuerzas. Esas que a veces no sé de dónde saco”, pronostica Lamberti, que estudió Licenciatura en Comunicación Audiovisual en Universidad Nacional de General San Martín y Periodismo en ETER Escuela de Comunicación. Actualmente trabaja para medios de comunicación de España, donde vivió un tiempo.
En la causa, caratulada como tentativa de robo, interviene la UFI de Don Torcuato, Departamento Judicial de San Isidro.
El inicio del relato de Verónica describe en su máxima expresión, y resume al mismo tiempo, el calvario que le tocó vivir. “Hace cuatro días me tiré por la ventana. No me quise suicidar. Me quise salvar. Hubo un día en mi vida en el que me juré que nunca más me iban a tocar un pelo sin mi consentimiento. Desde ese momento siempre pensé que si alguien entraba a robar a mi casa me iba a tirar por la ventana. Llegó el día y, lo que siempre dije sin pensar que podía ser real, sucedió”.
Fuente: Clarín