A 15 días de la lista de Sampaoli: un plan secreto para clonar “Messis”
Atento Sampaoli. Lo invitamos al siguiente razonamiento: Messi ganó 31 títulos con el Barsa pero ninguno con la Selección, salvo el de las Olimpíadas. Con la blanquiceleste jugó siete torneos importantes: tres mundiales y cuatro copas América, y no ganó ninguno. Muy bien por las finales alcanzadas en tres de esos siete, pero repetimos: no ganó ninguno.
La diferencia está en un único, primordial y excluyente punto: en el Barsa, si él se apaga (aunque no se apaga casi nunca) aparecen otros; en la Selección, si él se apaga (a veces se apaga) no aparece nadie. Nadie quiere decir nadie capaz de pedir la pelota y resolver por sí mismo no directamente la victoria (sólo Messi puede hacer eso ahora, como antes lo hacía Maradona) sino el chip de la actitud. El que contagie. Uno que diga, con el juego: muchachos, Leo no está, hagámoslo nosotros.
Esto es importante por dos cosas: la principal es que Messi puede faltar en serio si se lesiona, como cualquier mortal. La segunda es que puede tener un mal día o un bajón anímico de esos que le agarran cuando las cosas no le salen a él ni a nadie. Ya lo hemos visto caminar mirando el piso, con los brazos en jarra y la mirada perdida mientras se van consumiendo los minutos. Y ya hemos visto lo peor: cuando ocurrió, no apareció nadie. Si por Hache o por Be el capitán no está en el timón, la Selección va derechito hacia el iceberg, una y otra vez. Y siempre terminamos abajo del agua.
Para dejar de ver Titanic por siempre, se sugiere desde estas humildes líneas un plan secreto para clonar Messis. Es decir -en el estricto sentido de este razonamiento- no para que jueguen como él, sino para que, llegado el caso, puedan actuar como células aisladas con el chip de la actitud y sin el contagio del bajón general que ya hemos visto con los históricos de esta selección que acompañan a nuestro capitán maravilla.
Primero, tendrían que ser dos. Dos jugadores que estén en un gran momento podrían hacer un Messi en algunos minutos cruciales donde haga falta el dale y vamos que podemos. Segundo, deberían ser jugadores de ataque, porque se supone que en esa instancia, para estar mal, deberíamos ir perdiendo. Tercero, es esencial que sean jugadores nuevos, del fútbol local, y absolutamente independientes del grupo histórico; “descontaminados” del virus del bajón anímico. Cuarto, tienen que tener un par de antecedentes de haber podido ellos cuando no podían sus equipos y de buscar siempre. Quinto: tienen que estar pasando un gran momento ahora. Ya mismo.
Llegados a este punto, atento Sampaoli. Acérquese un poquito, que va en un susurro al oído. Un poquito más. Escuche: Pavón y Centurión. Ellos pueden ser Messi.
El delantero de Boca es un demonio por derecha y por izquierda. Pese a algunas recriminaciones de sus hinchas acerca de que no termina bien muchas jugadas, su velocidad es desequilibrante. Por cualquiera de las bandas, es posibilidad de desborde y centro atrás en cualquier momento. Cuando va por la izquierda, especialmente, le suma enganche, remate y gol. Siempre pica como si recién entrara y no se bajonea nunca: termina mal cuatro jugadas y sigue y sigue hasta que en la quinta te emboca.
Centurión puede aportar lo mismo pero agregándole apariciones por el centro y una gran variedad de recursos para la definición. Es, también, un jugador al que la presión parece no afectarle.
El mundial es en 45 días y dura un mes. El título está a 7 partidos, y no hace falta mucho más que un plan de juego y jugadores en su mejor momento. Mientras Sampaoli prepara su lista para presentar en 15 días, ahí hay dos para tener en cuenta pero de un modo distinto. No para pensarlos por Di María o por Higuaín; ni en un esquema con un Messi brillante. Ellos pueden ser la Ferrari escondida en el garage, abajo de la lona. El plan secreto de la Argentina para que en Rusia, si el capitán suelta el timón, esquivemos todos los icebergs.
Por Héctor Gambini
Fuente: Clarín