viernes, noviembre 22, 2024
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Descifrando el Ébola: el origen del brote, un chico de 2 años

Los investigadores rastrearon el virus hasta una aldea de Guinea.

 El paciente cero del actual brote de Ébola, según creen los investigadores, fue un chico de dos años que murió el 6 de diciembre, poco después de caer enfermo, en la aldea de Guéckédou (sudeste de Guinea).

El pueblo está ubicado en la triple frontera de Guinea con Liberia y Sierra Leona, donde la enfermedad encontró un punto de entrada a toda la región.

Una semana después, el Ébola mató a la madre del chico, luego a su hermana de 3 años y, finalmente, a su abuela. Todos tuvieron fiebre, vómitos y diarrea, pero ninguno supo de qué estaba enfermo. Dos de los asistentes al funeral de la abuela se llevaron el virus a su aldea. Y un empleado del sector de la salud lo llevó a otra aldea más, donde murió, al igual que el médico que lo atendió. Ambos contagiaron a sus familiares de otras localidades.

Cuando se detectó el Ébola, en marzo, decenas de personas ya habían muerto en ocho comunidades de Guinea, y aparecían algunos casos sospechosos en Liberia y Sierra Leona, tres de los países más pobres del mundo, que luchan por recuperarse de años de guerra civil e inestabilidad política.

En Guéckédou, donde todo empezó, “la gente estaba aterrada”, dijo la doctora Kalissa N’fansoumane, directora del hospital.

El 31 de marzo, Médicos Sin Fronteras, que intervino en varios brotes de Ébola, dijo que el actual “no tiene precedente” y advirtió que la enfermedad se había manifestado en tantos lugares distintos que sería enormemente difícil combatirla.

Ahora, el brote está fuera de control y sigue empeorando. No sólo es el más grande que se haya producido, sino que va camino a superar la suma de los 24 brotes de Ébola anteriores que se conocen. Los epidemiólogos predicen que llevará meses contenerlo, tal vez muchos meses, y una vocera de la Organización Mundial de la Salud (OMS) dijo que para combatirlo hacen falta miles de trabajadores de la salud más.

Los anteriores brotes de Ébola fueron sofocados fácilmente, por lo general en pocos meses. ¿Cómo hizo el actual para salirse de control tan rápidamente? En parte, se debe a la modernización de África, y tal vez sea la advertencia de que los futuros brotes, que son inevitables, serán todavía peores. A diferencia de la mayoría de los brotes anteriores, que ocurrieron en lugares remotos y localizados, éste se inició en una región fronteriza donde los caminos están mejorados y la gente transita todo el tiempo. En este caso, la enfermedad ya se había activado mucho antes de que los funcionarios de salud lo notaran.

Por otra parte, esta parte de África era ajena al virus del Ébola hasta ahora. Los trabajadores de la salud no reconocieron las enfermedad y no tenían ni la capacitación ni los equipamientos para evitar contagiarse ellos mismos y a otros pacientes. Los hospitales de la región suelen carecer de agua corriente y de guantes, lo que los convierte en un caldo de cultivo epidémico.

Los expertos en salud pública reconocen que la respuesta inicial, tanto local como internacionalmente, no fue adecuada. “Es obvio, los resultados están a la vista”, dijo el doctor Thomas Frieden, director de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades.

En los últimos años, los expertos en salud se mostraban cada vez más confiados sobre el control del Ébola, dijo Frieden, basados en el éxito en lugares como Uganda. Pero esos éxitos eran resultado de una impresionante campaña de concientización sobre la enfermedad, que también instaba a la gente a acudir a los centros asistenciales. También se trabajó mucho para que la gente cambiara sus rituales funerarios, que solía incluir el contacto físico con los cadáveres, que en el caso del Ébola son altamente contagiosos.

Pero en África Occidental, el Ébola era desconocido.

“A principios de este brote, había al menor 26 aldeas y pequeñas localidades que no cooperaban y seguían permitiendo el ingreso de gente a sus comunidades”, dijo Gregory Hartl, vocera de la OMS.

El brote ocurrió en tres oleadas: las primeras dos fueron relativamente chicas, y la tercera, que empezó hacer alrededor de un mes, fue mucho más grande”, dijo Hartl. “La tercera oleada fue la que dio la voz de alarma.”

A mediados de marzo, el Ministerio de Salud de Guinea le pidió a Médicos Sin Fronteras que ayudara en la aldea de Guéckédou.

Al principio, los expertos del grupo sospecharon que se trataba de fiebre de Lassa, una enfermedad viral endémica del África Occidental. Pero esta enfermedad era peor. Instalaron unidades de aislamiento, y las pruebas de sangre confirmaron la presencia del Ébola.

Al igual que en muchas ciudades y aldeas africanas, por esta región pululan las mototaxis y las minivans atiborradas de pasajeros.

La movilidad, y ahora los números crudos, hace que la tarea de contención de la enfermedad sea verdaderamente titánica. La única manera de detener el brote es aislar a los pacientes infectados, rastrear a sus contactos, aislar a los que se enfermen y repetir el proceso hasta que finalmente no haya más casos.

¿Pero cómo hacerlo cuando la lista de contactos de una persona supera fácilmente los 500, que a su vez deben ser rastreados y que deben presentarse a chequeo diariamente durante 21 días?

“Se van al campo, a trabajar en sus cultivos”, dijo Monia Sayah, una enfermera de Médicos Sin Fronteras. “Algunos tienen celular, pero las redes no siempre andan. Cuando los llamamos, algunos nos dicen: «Estoy bien, no hace falta que vengan». Pero nosotros realmente los tenemos que ver y tomarles la temperatura. Y si a alguno se le ocurre hacer trampa y tomar aspirina, no van a mostrar fiebre.”

Como suele ocurrir con los brotes de Ébola, nadie sabe cómo contrajo la enfermedad la primera persona o cómo se abrió camino el virus hasta esa región. El virus infecta a monos y otros simios, y se cree que algunas de las epidemias anteriores empezó cuando alguien se expuso a la sangre de un animal, al matarlo o carnearlo.

La cocción mata al virus, así que el riesgo no reside en comer esa carne, sino en tener contacto con la carne cruda. También se cree que el Ébola infecta a los murciélagos de la fruta sin enfermarlos, así que el mismo peligro entraña el contacto con carne de murciélago. Algunos investigadores también piensan que la gente puede contagiarse comiendo frutas u otros alimentos crudos que estén contaminados con excremento de murciélagos infectados.

Una vez que la persona se enferma, sus fluidos corporales pueden infectar a otras personas, y cuanto más avanza su cuadro, más contagioso se vuelve. La enfermedad no se difunde por el aire, como la gripe. Es necesario que haya contacto con fluidos, usualmente a través de los ojos, la nariz, la boca, o cortes en la piel. Una gota de sangre puede albergar millones de virus, y los cadáveres se transforman en bombas virales.

Un grupo de investigación que estudió el brote de Guinea rastreó la enfermedad hasta un chico de dos años muerto en Guéckédou, y publicó un informe en The New England Journal of Medicine. Ni al infante ni a sus familiares les hicieron nunca pruebas que confirmaran el Ébola, pero sus síntomas concuerdan y entran dentro del patrón de transmisión que incluyó otros casos sí confirmados por los análisis de sangre.

Pero nadie puede explicar cómo un chico tan pequeño se convirtió en el primer infectado. La fruta contaminada es una posibilidad. También es posible que haya sido inyectado con una aguja contaminada.

Sylvain Baize, que integra el equipo que estudió el brote en Guinea y director del centro nacional de referencia en fiebres hemorrágicas virales del Instituto Pasteur de Lyon, Francia, dijo que tal vez haya habido un caso anterior al del infante, que todavía no fue descubierto.

“Suponemos que el primer caso se infectó tras un contacto con un murciélago”, dijo Baize. “Suponemos, pero no estamos seguros.”

Denise Grady y Sheri Fink the New York Times

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