viernes, noviembre 22, 2024
Sociedad

La pirotecnia, una pesadilla para los chicos con autismo


Los fuertes estruendos pueden producir llantos, nerviosismo y hasta autolesiones.

“Cuando escucha los estruendo mi hija busca mis manos para taparse los oídos”, dijo Victoria Romero, mamá de Luciana de 10 años quien tiene autismo. Victoria ya sabe con lo que se va a encontrar este próximo 24 y 31 diciembre. Ella es una de las tantas que tiene que lidiar con el tema de la pirotecnia.

“No todos tienen la misma sensibilidad auditiva, Luciana sufre mucho los ruidos fuertes”, precisó la mamá, que agregó que a su pequeña el sonido de la motosierra como también el ladrido de los perros la afecta. “Imagínate el daño que le provocan esas explosiones. Recién el año pasado empezó a tolerarlo un poco más, pero cuando era más chica realmente sufría mucho”.

A la hora de levantar las copas las familias que tienen chicos con autismo pasan por momentos críticos. “Es angustiante, porque ya sabemos que nuestra hija va a entrar en crisis. Pueden tener llantos, berrinches y hasta se autolesiona”, aseguró Victoria, que preocupada por la situación que se genera, contó: “Algunas bombas de estruendo hacen vibrar los vidrios de la casa. No me quiero imaginar cómo los termina afectando a ellos”, añadió la mamá, quien también manifestó que la mayoría de la gente no conoce o no toma conciencia del mal que están haciendo. “Todavía quedan lugares en donde está permitido tirar fuegos artificiales. No tienen en cuenta que las personas se ven afectadas y lo padecen sobremanera”.

Al igual que Victoria, Norma Ochoa cada año tiene que tratar de ingeniárselas para que su hijo pueda pasar las fiestas lo más tranquilo posible. “A mi nene le afectan las luces y los ruidos. Cuando llegan estas fechas se enoja mucho, se asusta. Es hiperactivo y si no lo controlo, se puede lastimar”, afirmó Ochoa, mamá de Valentín Rojo de 10 años, que tiene Síndrome de Asperger. “Él espera ansioso la Navidad, armamos el arbolito, le gusta papá Noel, trato de que a pesar de su condición pueda también disfrutar”, comentó.

Para algunos, este festival de luces pueden significar un sufrimiento, donde cada explosión implica un verdadero calvario. La mamá de Valentín afirmó que su hijo está tranquilo hasta la llegada de los fuegos artificiales. “Hace un año atrás se encerraba y lloraba desconsoladamente, no lo podíamos ni tocar, es desesperante la situación”, relató y aseguró que también es difícil que la familia lo comprenda.

“Cuando nos juntamos hay que andar explicando que por favor tengan cuidado. Trato de entender también que los niños son niños y quieren jugar con las estrellitas. Por eso cuando todos se van al patio yo me quedo con mi niño adentro. Pongo música, le doy su regalo de Navidad y lo entretengo hasta que todo se calme”, remarcó

No para todos los chicos con autismo las fiestas son sinónimo de sufrimiento. La hija de Marina Lombardo es una de las que puede salir y disfrutar de los estallidos de colores. “Ella es autista y no tiene dificultad con los sonidos, pero conozco otros casos en donde realmente los afecta. Nosotros preparamos todo para que estén cómodos y puedan también pasarla bien. Nos amoldamos a sus necesidades”, manifestó Lombardo.

Marcela Cejas, licenciada en Fonoaudiología y especialista en TEA (trastornos del espectro autista) mencionó que “hay sonidos como los de talleres mecánicos y los fuegos artificiales que tienen un efecto negativos generándoles estrés”, aseguró y agregó: “Esto sucede porque no pueden procesar los estímulos sensoriales ya sea imágenes, olores o sonidos. No a todos los niños los va a afectar de la misma manera”.

La especialista remarcó la importancia de enseñarles a adelantarse para evitar vivir un momento traumático. “A mis pacientes por medio de historias les cuento lo que es la Navidad y lo que puede suceder, de esta manera le muestro que se pueden tapar los oídos y protegerse. Hay veces que hay que decírselo porque no se dan cuenta”.

Las reacciones que pueden tener los niños al frente de estas situaciones son diversas. “Algunos se tapan los oídos, lloran y no buscan el calor de la mamá sino que por lo general evitan que se les acerque cualquier persona porque están atravesando un momento de crisis. Ellos tratan de aislarse y no saben qué hacer. Hay muchos que se esconden debajo de la cama o pueden salir corriendo. En estas situaciones los padres deben estar atentos porque se pueden autolesionar”, dijo la especialista quien remarcó la importancia de enseñarles a pedir ayuda. “Tienen que saber que es algo que va a pasar porque no es una enfermedad que tenga en el oído. Algunos les ponen auriculares con música, pero no lo recomendamos porque es evitar algo que en algún momento van a tener que atravesar. Lo mejor es armar un libro con figuras para que pinten y tomen contacto con la situación. Ellos no se pueden expresar entonces trabajándolo vamos a poder hacerles más amenas las fiestas”, finalizó.

 

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