lunes, noviembre 25, 2024
Espectáculos

Walter Piancioli, cantante de Los Tipitos, se lanza como escritor.

 

Mi relación con la literatura empieza desde chico. Tuve un padre (Cachito, Walter Piancioli padre) que leía mucho y poseía una biblioteca muy amplia en temas y autores. Desde chico leí a Ray Bradbury, Edgar Poe, Horacio Quiroga, Chesterton y Jack London. Después me llegaron J. L. Borges, Adolfo Bioy Casares, Abelardo Castillo, Raymond Carver, Pablo Ramos, Roberto Fontanarrosa, entre otros.

El texto es un fragmento de Mesa de luz, el libro que acaba de presentar Walter Piancioli. Allí, el cantante principal de la banda Los Tipitos realiza un compendio de poemas, textos y pensamientos que fue recolectando a lo largo de los años de su carrera como músico.

Pese a un intento fallido por ser biólogo y a su fructífera carrera musical, por aquel temprano acercamiento a los grandes escritores Piancioli supo desde siempre que terminaría volcándose a la literatura. “Leer nos hace mejores personas”, sostiene el líder de un grupo que arrancó de abajo, tocando en colectivos, en la vía pública, en cualquier escenario improvisado, hasta que sus éxitos comenzaron a sonar en todos lados. En enero Los Tipitos preparan dos funciones en la Costa Atlántica: el 20 tocarán en Villa Gesell y el 21 en Necochea.

Pero conversando, Piancioli vuelve a los libros. “Comencé a escribir desprolijamente en cuadernos sin un objetivo más que el de encontrar temas para mis letras de canciones. Algunos de esos trabajos quedaron como poesías puras. Ahora con el tiempo ya me doy cuenta inmediatamente si es una letra o un poema lo que escribo”.

¿Cómo fue tu infancia?

Nací en una casa en Paternal, en Terrero y Álvarez Jonte, y 12 de Octubre, en una esquina. Mi mamá era profesora de piano y de guitarra, así que en mi casa había un conservatorio. Mucha gente tocando el piano.

Ya de chico palpabas la música …

Sí. Estaba el piano ahí. Mi vieja no tocaba cuando yo era muy niño. Empezó a volver a tocar cuando cumplí ocho o nueve años: cuando la escuché por primera vez, quedé fascinado. El Edipo explotó. Pero fue muy lindo tener el piano en casa y jugar. Yo me trepaba y tocaba sin saber tocar, no sabía, pero como que empecé a hacer mis primeros ruidos. Así, medio solo, autodidacta, aprendí a tocar. Después de grande me di cuenta de que tenía que estudiar y ordenar todo eso que yo sabía de una manera más académica, o por lo menos ponerles nombre a las cosas, buscarle los estantes, porque si no tenés todo enquilombado.

¿Intentaste ser biólogo?

Intenté, pero después no pude. Me encanta la biología. Me gusta mucho la naturaleza, los animales, me gusta mucho ir al campo, el mar, la montaña, todo.

¿Cuándo fue que dijiste “La biología no es para mí, me dedico a la música”?

Lo decidí bastante temprano. En realidad, ya tenía banda, ya tocaba, ya era músico. Tenía otro grupo justamente con Marcelo Beuman, con uno de los chicos de la editorial, que se llamaba Bartox; después otro grupo, La cuarta pared. Y Los Panson, Yataton: tuve varias bandas antes de Tipitos. Pero a veces la química entre las personas funciona de manera misteriosa. Con Fede, con Raúl y con Pablo se da esto de que nos une una gran amistad, un cariño más allá de lo musical. Me parece que eso también se graba.

¿Cómo fueron los comienzos de Los Tipitos?

Tocábamos en la calle, tocábamos en los colectivos, tuvimos momentos de un pasar económico un poco más complicado. Pero de todas maneras siempre tuvimos la sensación, y tenemos la sensación, de que el éxito pasa primero por otro lado: creíamos que teníamos éxito igual.

¿El éxito pasa por otro lado? ¿Por dónde?

Porque cuando vos tocás y sentís que de alguna manera te compra ese público o que ese público te escucha con interés, ya eso mismo es el éxito. El paso posterior es encontrar el sustento económico de tu arte, de lo que hacés, de tu producto o de tu obra. O sea, que alguien pare para ir a verte o que alguien te compre un disco. Que la necesidad llegue hasta ese punto.

¿Qué es lo mejor que tienen Los Tipitos?

Me parece que las canciones. A veces, cuando me preguntan qué consejos les daría a grupos nuevos, siempre rescato el factor humano. Si no hay química entre la gente, entre las personas, es muy difícil que funcione.

Una noche mágica…

Sí. Hicimos esta canción que se llama “Camaleón”, que está en Armando Camaleón, e hicimos una que se llama “De este lado de la noche”, que después la grabamos en otro disco.

¿Qué te llena a la hora de escribir?

Me parece que te llena el vaciarte, como el volcán en el papel. Yo digo “el vómito”. ¿Viste cuando sale la idea y el derrotero de palabras? Porque es como que va apareciendo, y va, va, va… Y una palabra se lleva a la otra.

¿Te sentís más liberado?

Sentís cómo que algo se te ordenó, algo que estaba ahí pidiendo que le presten atención. Me parece que eso pasa cuando uno escribe. Es como que salió. Y con la canción pasa lo mismo.

¿De qué te liberaste estos últimos años?

No sé si te liberás: uno convive con las cosas. Son cosas que nos oprimen o que de alguna manera nos hacen cosquillas o molesta, según el grado o la situación a la que nos estemos refiriendo. Digo, situaciones internas. Me parece que se convive con eso. No sé si te liberás. Es el motor también, por otro lado. El problema más grande que tenemos es que nos vamos a morir algún día. Ese es el problema más grave que tiene el hombre.

A medida que pasa el tiempo, ¿se te aproxima ese miedo?

Empezás a convivir con ese miedo. Esto de la muerte parece una pavada pero que no lo es, porque desde el momento en que sos consciente de que te vas a morir, sabés que tenés un tiempo que no a va a ser eterno. Entonces, tenés que amigarte con esa idea. Tenés que vivir con ella. Habla mucho de la muerte este libro. La muerte, el amor, la belleza, son grandes temas.

En uno de los poemas decís: “Liberarme de la soledad, de la memoria”.¿Qué significa?

Somos seres a los que nos encanta comunicar y ver qué piensa el otro. La conversación existe si hay movimiento entre las dos personas que están conversando. Si no hay movimiento, no es una conversación. No hay conversación posible. Si no nos pasa algo, intentamos de alguna forma modificarnos a nosotros mismos. No hay nada que tenga sentido.

¿Modificaste muchas cosas a lo largo de este tiempo?

Sí. Me parece que aprender a tratar con estas cuestiones, con el amor, con la muerte, con la soledad, con el dolor de una pérdida.

Fuiste papá hace poco. ¿Eso te cambió?

Fui papá hace poco. Hoy mi nena va a bailar, así que (ando) con babero.

¿En qué momento de tu vida te llegó la paternidad?

No tan temprana. Voy a cumplir 50 años, así que soy un padre muy adulto, y me encanta. Me parece que los tiempos y volverse loco con esas cosas no tiene mucho sentido sin la alegría con la que uno vive la situación. Me encanta la familia que tengo, la disfruto mucho, me gustan las cuestiones familiares.

¿Te fue difícil llevarla de la mano con la banda, con los viajes, con las giras?

No. Para nada. Ella nos viene a ver, está contenta con su papá que toca y con las canciones que canta muy bien y con sus tíos. “Los Tipitos” somos como una especie. Me parece que cayó en una familia feliz. La recibimos con amor.

Si tuvieras que decir el poema que más te gusta, ¿cuál sería?

Me gusta mucho “Dark”. Me gusta mucho “Hipótesis sobre un hombre libre”, que habla sobre un ideal. Ya si fuera realmente libre sería todo muy diferente porque uno vive en esta situación de opresión de sus limitaciones, justamente.

¿Y cuáles son algunas de tus limitaciones?

Los miedos, las fobias. Por ejemplo, le tengo fobia a la sangre, tengo un problema con eso: ver sangre, hablar de sangre. Sin embargo lo volqué en el libro. Hablo de la sangre porque es una forma también de enfrentarse con ese tema. Cuando te pasa el físico al cuerpo y no lo podés manejar, es un problema. Groso. Te la ves con una situación que es totalmente inconsciente, no lo podés manejar. Te sentís realmente jodido.

¿Inseguridades?

Sí. Un montón. Como todo el mundo. A veces como que uno está más armado, más seguro, en alguna situación de la vida o en alguna etapa. Mucha gente va a entender esto que hablo. Hay como una especie de ola, que a veces está arriba y a veces está abajo. En la vida, digo.

¿Qué aprendiste después de escribir este libro?

Aprendí a trabajar un libro en equipo, cosa que me parecía como muy extraño porque escribir era algo muy íntimo, muy de la soledad, con una desnudez en la que estás vos y el lector. No hay mucha gente. (Infobae)

 

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