Melconian pidió bajar el deficit y la inflación
Enfrentado con parte del Gabinete, Carlos Melconian dejó el Gobierno a principios de 2017. Le dijeron que el Presidente necesitaba un equipo “más homogéneo” y lo desplazaron de la presidencia del Banco Nación que ocupaba desde hacía un año.
A Melconian esas diferencias de criterio no le provocaron recelos hacia Mauricio Macri, a quien califica como un líder regional que administra la política exterior de la Argentina “casi sin canciller”. “Es impecable”, suscribe.
Sin embargo, el economista sostiene con delicada prudencia algunas de las ideas económicas que planteaba en el seno del Gobierno y que probablemente terminaron empujándolo nuevamente hacia la actividad privada.
Según explicó en diálogo con Luis Novaresio en Radio La Red, desde el punto de vista financiero hay “un exacerbado optimismo que se pasa de rosca”. Así lo explica: “Hay una liquidez mundial tipo borrachera que a mí no me gusta, pero eso está ayudando a una transición en un país que desde lo fiscal está muy atado de pies y manos de lo que recibió”.
Hay otras cuestiones que son más fáciles de percibir por los ciudadanos de un país y que Melconian describe como problemas de “la economía de la calle”. Según analizó, la actividad realizó una “U” en los últimos años. “Tuvo caída, caída, caída, caída… Y en algún momento a destiempo de lo que decía el Gobierno empezó a dibujarse la patita para arriba. Todavía no ha quebrado los niveles de 2011, 2013 ni 2015, pero ensayó una recuperación con respecto a 2016 y la mejor noticia es que existe la posibilidad de continuarla en 2018”, graficó.
En esa economía que intenta recuperarse después de un 2016 complejo, hay dos temas trascendentales. Uno es la batalla contra los precios que -según Melconian- “se va ganando lentamente”. Pero atención: ahora empieza el partido. “La tasa de inflación está llegando al promedio que debe vencer, es un desafío, hay que bajar el 1,5% por mes y hay que sostenerlo en el tiempo”, explicó.
El otro gran escollo es el déficit fiscal, donde la estrategia del Poder Ejecutivo para su reducción debería ir “a una velocidad más importante”, aseguró el economista. Y desarrolló: “El financiamiento del déficit es deuda y cuando uno critica la dinámica y la sostenibilidad de la deuda, de alguna manera está criticando el déficit; no se puede criticar la deuda sin criticar el déficit”.