domingo, noviembre 24, 2024
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La enfermedad de Lyme, la odisea de encontrar un diagnóstico

 
Mariela Ferenc tiene el pelo rubio y aspecto adolescente a sus cuarenta años. Vive cerca de La Plata con su familia. Es una enamorada de la música: pianista y directora de orquesta. Empezó a estudiar interpretación a los 9 años , luego viola y técnica vocal. Se graduó en la Universidad de la Plata como profesora de Conjuntos Instrumentales y Cámara y más tarde en Dirección Orquestal. Se perfeccionó con los mejores maestros en Suiza, Italia y los Estados Unidos. Sin embargo, esa joven talentosa y arremetedora, con una vida que parecía de película se vio limitada por una enfermedad: la enfermedad de Lyme.

Los especialistas argentinos sostienen que es altamente improbable que el mal, causado por la picadura de la garrapata de los ciervos infectados con la bacteria borrelia en la costa este de los Estados Unidos y descubierta en los ’70 en Lyme -una aldea de Connecticut-, tenga manifestaciones en la Argentina.

Sin embargo, Mariela asegura que se contagió en Berisso, probablemente antes de los 19 años. “Estaba todo el día, con perros, quitándoles las garrapatas”, recuerda. La primera manifestación fueron los dolores en las manos. Le operaron de túnel carpiano, creyendo que ese era el origen de su malestar. Pasó por muchos diagnósticos errados: los síntomas mutaban. Le diagnosticaron a los largo de los años problemas psicológicos, intolerancia al gluten. Los problemas óseos le provocaban dolores inhabilitantes.

La primera vez que un médico aventuró que podría tratarse de la rara enfermedad de Lyme, el análisis dio negativo. Sin embargo, María no se dio por vencida. Se contactó, a través de las redes sociales, con enfermos de otras partes del mundo. Le recomendaron a la especialista mexicana María Cervantes Almudena, de la Universidad Autónoma de México que viajó a la Argentina y se llevó muestras de su sangre. “Entonces, el resultado dio Lyme. Aquí, en el centro de referencia, el Instituto Malbrán, hacen solo un tipo de análisis, el ELISA, similar al del HIV, pero no es suficiente”, explica Mariela.

Está en la fase tres de la enfermedad, que se transofrmó en crónica. Una de las manifestaciones de Lyme es una depresión del sistema inmunólogico. Por eso, tuvo que comenzar a tratarse con una gran cantidad de medicación y refuerzos. “Pero hay que tener cuidado. Por ejemplo, los pacientes de Lyme no podemos tomar vitamina B12, nos hace mal”, señala.

Desde hace poco, lleva una dieta vegana. Ya había eliminado otros elementos de su alimentación, como el azúcar. “Quise suplantarla con stevia, pero me hizo peor, la borrelia se alimentaba de eso”, relata.

El año pasado, María no pudo trabajar: le era imposible caminar. “Nunca pude volver a tener una vida normal”, dice. Hace consultas por videoconferencia con dos médicos mexicanos: “Les estoy agradecida. Aquí son pocos los profesionales que se dedican al tratamiento. No se a qué se debe, cuáles son los intereses que hay detrás”, se lamenta.

Fuente: TN

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