La historia del goleador de Atlanta que jugará ante River y estuvo seis meses preso
La historia de Adrián Maravilla Martínez es digna de un guión cinematográfico. El delantero de Atlanta, de 25 años, apenas consume fútbol. Dice ser hincha de River, su rival de esta noche por la Copa Argentina, porque “hay que ser hincha de algún club”. No hizo inferiores, jugaba en un club de barrio, pero fue justamente el fútbol lo que lo terminó ayudando a salir adelante tras pasar varios meses en la cárcel.
Martínez trabajaba como recolector de basura. Un día, manejando su moto, sufrió un accidente. Luego de un tiempo de recuperación, cuando llevó el alta a la empresa, el médico le dijo que no estaba capacitado para hacer el trabajo, y lo terminaron echando. De allí pasó a trabajar con su tío como albañil. Cuando él tenía 21 años, a su hermano le pegaron tres tiros en un episodio. Mientras luchaba por sobrevivir en el hospital, acompañado por Adrián y su padre, un grupo de personas se reunió en la puerta de la casa de la familia que lo había atacado y terminaron prendiéndola fuego.
Maravilla fue denunciado por entrar con armas de fuego a esa casa, de robar y luego, de incendiarla. Por esa denuncia, terminó seis meses preso en la Unidad 21 de Campana. En una entrevista con el diario Página/12, relató su experiencia en la cárcel: “Nunca demostré debilidades. Adentro no podés demostrar nada. Matan, apuñalan, sí o sí hay peleas todos los días, toman de rehenes a los policías. Es otro mundo ahí adentro. Nada parecido a lo que reflejan las noticias. Ahí adentro no se puede vivir. Yo viví tres meses en buzones (son piezas de dos por dos metros ubicadas a los costados de un pasillo largo) porque no me daban el alta para subir a piso, y era un cuadradito con humedad en las paredes, que no tenía inodoro. Ahí dormía sobre una chapa. Si te llevan una frazada tus familiares, al menos tenés para hacerte un colchón”, relató.
Tras un tiempo en las celdas más pequeñas, logró llegar a un pabellón más amplio y allí empezó a “ser creyente”. “Gracias a Dios pude salir a los seis meses, si no tenía para rato ahí adentro, porque la causa era grave: nos acusaban de tener armas de guerra, de secuestro, poblado en bando, incitación al incendio. Ahí nosotros presentamos pruebas. Les fui a pedir las cámaras al hospital para demostrar que habíamos estado junto a mi hermano y no en la casa que incendiaron. A esa altura teníamos tres abogados y 30 testigos que avalaban lo que decíamos”, relató.
Una vez que salió de la cárcel, su vida estuvo vinculada al fútbol. Si bien siempre jugó en Las Acacias de Campana, club del que su madre era presidenta, se probó en Defensores Unidos de Zárate y quedó. Sin hacer inferiores, y a los 22 años, debutó en la Primera C. De allí pasó a Atlanta y hoy, apenas tres años después, será titular ante River, en la Copa Argentina. Porque el fútbol siempre da revancha.
Fuente: La Nación