Cómo fue el primer día del juicio a Julio De Vido
Julio De Vido llegó a las 9:20 de la mañana a los tribunales de Comodoro Py en una camioneta Mercedes Benz que manejaba su abogado, Maximiliano Rusconi. Es un lugar que ya conoce. Había estado declarando como acusado en varias causas de corrupción y para notificarse de sus procesamientos. Pero por primera vez De Vido experimentó lo que es estar frente a un tribunal oral para ser juzgado y por uno de los hechos más dolorosos de los últimos años: la muerte de 52 personas en la tragedia de Once y el desfalco de los fondos públicos que se destinaron para un sistema ferroviario que brindaba un servicio más digno de ganado que de personas.
El ex ministro de Planificación Federal ingresó al edificio por uno de sus laterales a través de un doble cordón de policías que lo condujo directamente a la sala AMIA, donde se realizó el juicio El lugar estaba vacío. Una hora y media antes perros y personal de la brigada antiexplosivos lo revisó para descartar cualquier amenaza. “Defensa De Vido”, estaba escrito en un cartel pegado en uno de los primeros bancos, frente al estrado del tribunal.
Ahí se sentó De Vido, en una de las puntas, junto a sus abogados. Una vez que el ex ministro de Planificación Federal estuvo ubicado los familiares de las víctimas y sobrevivientes fueron autorizados a ingresar a la sala. Llevaban carteles y remeras con la foto de sus padres, madres, hijos muertos en la tragedia. “Faltas vos”, decía la remera que llevaba una mujer con la foto de De Vido.
Entraron a la sala con el dolor sin violencia que tienen desde el 22 de febrero de 2012 cuando el tren chocó contra la estación de Once y contra sus vidas.
Se ubicaron en la parte de atrás, separada por un vidrio de los acusados, los abogados y el tribunal. Cada uno de ellos levantó un cartel que decía “Ju5T1cia para las víctimas de la tragedia de Once”. De Vido no les dirigió la mirada, por su ubicación les daba la espalda. Tampoco se dio vuelta en ningún momento para mirarlos y nunca se cruzó con alguno de los familiares.
“Nos presentaremos en defensa del interés público y para acompañar a los damnificados”, había dicho De Vido un día después de la tragedia para explicar por qué querían ser parte de la causa. El juez Claudio Bonadio aceptó al Ministerio de Planificación como querellante, es decir, como víctima de lo que ocurrió. Pero los familiares se opusieron porque entendían que el gobierno era culpable y la Cámara Federal les dio la razón.
Cinco años y medio después, se concretaba la foto imposible. El ministro todopoderoso, quien estuvo los 12 años de kirchnerismo y que acompañó a Néstor y Cristina Kirchner desde Santa Cruz fue fotografiado por los reporteros gráficos en el banquillo de los acusados. Los familiares mantenían en alto el cartel “Ju5T1cia para las víctimas de la tragedia de Once”.
El presidente del Tribunal Oral Federal 4, Pablo Bertuzzi, dio por comenzado el juicio. “Le voy a pedir que estén atentos a lo que vaya pasando”, les dijo el juez a De Vido y a Gustavo Simeonoof, ex titular de la Unidad de Renegociación y Análisis de Contratos de Servicios Públicos (UNIREN), el segundo acusado en el juicio.
Una secretaria comenzó a leer la acusación de la Fiscalía. La monotonía de la lectura se rompió cuando nombró a cada una de las víctimas de la tragedia: “causando la muerte de: Juan Carlos Alonso, Karina Mariela Altamirano, Jonatan Maximiliano Báez, Dionisia Barros….”.
Durante la acusación, De Vido escuchó nombres más conocidos. Los de los ex secretarios de Transporte Ricardo Jaime y Juan Pablo Schiavi, condenados a seis y ocho años de prisión, respectivamente, en el primer juicio oral por la tragedia; el de Sergio Cirigliano, dueño de Trenes de Buenos Aires (TBA), empresa que tenía la concesión de la línea Sarmiento, y que fue condenado a nueve años de cárcel.
El más conocido de todos fue el de Cristina Fernández de Kirchner: “El 24 de mayo de 2012 la entonces Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, firmó el decreto N° 793 por el cual dispuso rescindir el contrato de concesión”. Ese anuncio lo hizo el propio De Vido. Una de las acusaciones del juicio es que las deficiencias del servicio eran conocidas por él y sus funcionarios antes de la tragedia.
A De Vido se lo notaba incómodo mientras escuchaba. Entrecruzaba las manos que tenía sobre el escritorio, se tocaba la barba cana, miraba su celular y su reloj. Por momentos su abogado Rusconi le hacía comentarios y le mostraba anotaciones.
Así el actual diputado nacional transcurrió las cinco horas que llevó la lectura de la acusación fiscal y de las querellas que representan a las víctimas y a la Oficina Anticorrupción.
Hubo un cuarto intermedio en el que De Vido no salió de la sala de audiencias. Para hacerlo debía pasar por donde estaban los familiares. Esperó allí el reinicio.
Cuando estaba por terminar la audiencia, la policía advirtió algunos insultos contra De Vido entre los familiares, quienes lo esperaban afuera de la sala con los carteles. Para evitar un posible incidente, un policía se acercó al actual diputado y lo hizo retirarse por la misma puerta que los jueces.
“Todos los responsables de tantas muertes salen así, como ratas”, dijo Nilda Gómez, mamá de Mariano, uno de los chicos que murieron en la tragedia del boliche Cromañón, y que acompañó a los familiares de Once.
De Vido fue escoltado hasta la cochera del edificio, en el subsuelo. Allí lo esperaba un auto Chevrolet gris en el que se retiró sin ver a los familiares de las víctimas que murieron en la tragedia ferroviaria por la que hoy empezó a ser juzgado.
Fuente: Infobae