“Cometimos un error con Uber en Argentina y queremos corregirlo”
Justin Kintz, director de Asuntos Regulatorios de las Américas, dialogó con Infobae sobre el traumático ingreso de la aplicación de transporte a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y los desafíos que enfrentan para extenderse a otras provincias.
—¿Cómo se maneja Uber con la regulación específica de cada país?
—Lo que tratamos de pensar siempre es que al final de cuentas somos un servicio que existe como consecuencia de la insatisfacción del pasajero y de su frustración por la falta de buenas opciones. Lo que Uber representa es una solución conveniente para los consumidores, lo que además se traduce en una gran oportunidad para los choferes.
Pero hay un tercer elemento que consideramos grandioso y que tiene que ver con el impacto de Uber en las ciudades. Desde hace un tiempo hemos podido constatar beneficios concretos en la dinámica de los centros urbanos en donde nos encontramos. Cuando recién empezamos, éramos solo una solución para la gente que necesitaba movilizarse. Ahora que crecimos, vemos el impacto positivo de las innovaciones de Uber en las grandes ciudades, y que van desde el Uber Pool (viajes que los pasajeros comparten en un mismo auto y a menor precio) hasta los desarrollos de vehículos autónomos en los que estamos trabajando e invirtiendo. Entonces ahora los beneficios superan en mucho el mero servicio convencional con el que arrancamos.
—¿Cómo entra Buenos Aires en esa foto?
—Creo que Buenos Aires podría convertirse en un gran ejemplo de todo esto. Pero, por ahora, el servicio es muy limitado hasta que se logre resolver el asunto de las licencias. Estoy ansioso de poder llegar a un punto en la Argentina en donde podamos comenzar a hablar de la nueva generación en transporte.
—El gobierno de la Ciudad de Buenos Aires calificó como un “error” el modo que ingresaron a la Argentina. Dicen que perdieron la oportunidad de hacer las cosas desde un lugar de responsabilidad. ¿Qué ocurrió para haber dejado esta impresión en las autoridades?
—Creo que la Argentina es un ejemplo de no haber sabido hacer un buen trabajo, de no haber tenido las conversaciones que debíamos tener con el sector público y con los demás actores. Fuimos ansiosos, muy ansiosos, con el lanzamiento en Argentina. Comenzamos sin antes haber construido, como se debe, las relaciones que debíamos generar. Es algo de lo que aprendimos. Ahora, cada vez que pensamos en expandirnos a otras ciudades, siempre recordamos el caso de Argentina y nos decimos “antes de arrancar, respiremos hondo, vamos a hablar con las autoridades y les expliquemos bien de qué se trata lo que queremos hacer”.
A veces igualmente nos dicen que no les gusta pero, al menos, tuvimos el diálogo. Solo después es que podemos pasar a trabajar con los consumidores y decirles que es importante que ellos vayan y hagan escuchar su voz, que les hagan saber a las autoridades que ellos quieren que exista la posibilidad de contar con Uber. Como ves, se trata de un acercamiento totalmente distinto. Ese fue un error en Argentina. Tenemos la esperanza de poder enmendar el error que cometimos y demostrarle al gobierno que estamos ansiosos por trabajar juntos en una solución para poder estar debidamente regulados y alcanzar una instancia desde la cual podamos expandirnos hacia otras ciudades en Argentina, servir mejor a Buenos Aires, darles más oportunidades a los conductores, y trabajar con las ciudades y los gobiernos para colaborar y hacer las cosas bien en conjunto.
—¿Cómo es hoy la relación de Uber con los taxistas?
—La relación con los taxis en Argentina es algo que nos resulta familiar porque enfrentamos ese mismo de tipo de oposición en todo el planeta. Es porque los taxistas miran a Uber como si fuera una amenaza.
—¿Y son o no son una amenaza para los taxistas?
—Bueno, yo creo que las opciones que abre la competencia son realmente importantes. Nosotros queremos liderar el mercado. También tenemos nuestra competencia en la forma de Cabify, Lift, etc. Pero eso nos hace mejores, nos lleva a esforzarnos por hacer un producto mejor para poder distinguirnos de la competencia. Eso mejora el precio, la calidad de servicio, las opciones para el cliente y crea muchas oportunidades diferentes para los conductores. En ese sentido competimos con los taxis y la competencia no es solo por los pasajeros sino también por los choferes, y eso es muy bueno para ellos. Esto nos mejora a todos. A mí me gustaría mucho poder trabajar en conjunto con la industria del taxi en Argentina para poder pensar soluciones e ir juntos a hablar con el gobierno y ver cómo podemos establecer reglas que hagan sentido para opciones como Uber y que a la vez modifiquen ciertas regulaciones para los taxis, que también deben ser repensadas, para asegurarnos que todos tenemos la mejor competencia posible.
En los EEUU vimos que la industria del taxi se modernizó y mejoró a partir de la aparición de Uber, comenzaron a aceptar tarjetas de crédito, a tener mejor servicio, etc. Washington DC es un excelente ejemplo de esto. Y a nosotros nos pasa lo mismo con nuestra competencia.
—Es que precisamente parte del problema es que los taxistas entienden que la competencia que ustedes proponen es desleal.
—Si es ese el caso, entonces debemos dirimir el asunto pensando en el consumidor. Tal vez hay ciertas regulaciones de los taxis que deban ser revisadas. Pero lo que no podemos hacer es privar a la gente de las cosas buenas que están pasando en el mundo, solo por una legislación que no se adecua. Lo que debemos hacer es reformar la ley que regula los taxis y adaptarla más a los tiempos que corren.
Infobae