Un gendarme admitió que disparó a un manifestante
Dijo que utilizó postas de goma y que la persona a la que le apuntó logró cruzar el río; hoy declarará ante el juez.
ESQUEL.- El Ministerio de Seguridad le entregó ayer a última hora al magistrado Guido Otranto la declaración interna del cabo Darío Rafael Zoilán, uno de los cuatro escopeteros del escuadrón El Bolsón, que reconoció haber efectuado “uno o dos disparos” con postas de goma a seis metros de distancia, a través de una barrera tupida de sauces, a un manifestante que cruzaba el río Chubut.
En su testimonio, el gendarme afirmó que los disparos fueron “hacia arriba” con su escopeta larga High Estándar y que el encapuchado, a quien divisó como “una sombra” por su vestimenta negra o azul, logró cruzar el río. Luego -dijo- huyó con otro manifestante en dos caballos que, con sendos jinetes a cara descubierta, los esperaban del otro lado de la ribera.
También mañana se presentarán ante el juzgado el Primer Alférez Emmanuel Echazú, otro de los escopeteros, y los cabos Diego Ramos y Aníbal Cardozo.
“El propósito es que sea el juez quien evalúe si existen inconsistencias, ya que Zoilán había dicho, en el marco de la investigación interna de Gendarmería, que en la orilla del río había efectuado un solo disparo y no dos”, señaló una fuente de la cartera de Patricia Bullrich.
En el testimonio Zoilán, de 28 años, integrante del área de logística, relató que, “ante la lluvia de piedras que caen sobre los gendarmes, el comandante a cargo del operativo, Juan Pablo Escola da la orden de fuego libre para los escopeteros”.
Relató que la munición con postas de goma tiene un alcance en el terreno de 15 o 20 metros y que ellos las utilizaban ante las ventajas de los manifestantes que con sus hondas de revoleo, siempre a una distancia de entre 50 y 70 metros para los lanzamientos, les “llevaban mucha mucha ventaja”.
“Cuando llego a la orilla del río-describió-veo que habían dos que ya estaban cruzando. Uno, que era el que insultaba, estaba en el medio del río”. El otro estaba detrás de la barrera de sauces, a unos seis metros de distancia, como tanteando por donde cruzar. “Sólo se veía un bulto negro, como una sombra, que se iba moviendo porque los sauzales tapaban la visión”.
Negó que alguno de los encapuchados retrocediera para volver a la ribera, cuando Barberis se lo preguntó con varios trucos, saltos temporales e interrupciones adrede en la hilación de su relato:
“Piense bien, le pido por favor Zoilán que piense bien porque hay un mapuche que vuelve. Uno de los manifestantes que se está yendo, llega a la mitad del río y vuelve. ¿Cuál es ese? ¿Es el que estaba de negro?, insistió el entrevistador.
“No recuerdo que alguno volviera. Lo que yo veía es que estaba tanteando cómo cruzar”, contesta.
Zoilán reconoció que efectuó uno o dos disparos en alto cerca de la sombra, a unos seis metros de distancia, pero aseguró que el manifestante logró cruzar, detrás de su compañero. Allí lo esperaban otros dos mapuches a cara descubierta y los cuatro se perdieron a caballo por un cerro. Ninguno llevaba binoculares, precisó, cuando se lo interrogó sobre ese detalle.