viernes, noviembre 22, 2024
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Una pareja argentina viajó en limusina desde Ushuaia hasta Alaska

Después de dos años y medio recorriendo 17 países, un hombre y una mujer oriundos de Comodoro Rivadavia, terminaron la travesía de más de 50.000 kilómetros.

Aunque a primera vista lo más increíble en la historia de Lucas Cárdenas, de 35 años, y Florencia Bratovich, de 28, parezca ser el hecho de que viajaron desde Ushuaia hasta Alaska en limusina, después de conocer a esta pareja se puede afirmar que hay un dato que es más llamativo todavía. Es que el viaje en este medio no fue por elección sino por circunstancia, ya que ellos eran dueños de una pequeña empresa familiar que ofrecía este servicio y era el vehículo que más fácil podían conseguir. Antes de emprender el viaje de 850 días, ellos creían que la limusina Cadillac Brougham Deville iba a ser un problema, pero al final terminó siendo su principal herramienta para conocer gente y hacerse amigos.

La increíble historia de la pareja de argentinos que cruzó más de 50.000 kilómetros y 17 países para recorrer todo el continente americano de sur a norte empezó en Comodoro Rivadavia, cuando Lucas era chico y veía a cientos de turistas que pasaban por su ciudad con tan solo una mochila al hombro y su afán por llegar al punto más austral del mundo. En ese momento supo que él también quería cumplir ese sueño, y decidió extenderlo a todo el continente americano. “Este es un sueño que yo tuve desde muy chico. Uno viene de fábrica con ideas que no sabe de donde salieron. Pero tengo el recuerdo de que en la Patagonia siempre veíamos a muchos viajeros que querían llegar hasta Ushuaia”, explicó el hombre desde Alaska.

Cuando Lucas creció encontró en Florencia la compañía que le faltaba para animarse a emprender esta aventura, y juntos decidieron el 23 de febrero de 2012 salir a descubrir el continente americano. “Cuando la conocí a Flor, cinco años atrás, le comenté mis ganas de dar la vuelta al mundo y ella me dijo que me quería acompañar. De a dos es mucho más fácil cumplir los sueños, y de a poco aparecieron amigos que nos ayudaron. En menos de un año ya teníamos la fecha de salida. Teníamos una empresa de alquiler de limusinas, y en el momento decidimos que no queríamos esperar más y tomamos la más vieja que había y la remodelamos”, dijo Lucas.

LA LIMUSINA “ROMPE HIELOS”

“Bautizamos a la limusina “el rompe hielos”, porque es muy grande y fue lo que nos ayudó a romper el hielo con las personas que nos encontramos a lo largo del viaje. A cada lugar que llegás al rato tenés un grupo de personas alrededor, porque llama mucho la atención”, explicó Lucas sobre la limusina, y agregó que el viaje de ellos fue el más largo de la historia en este medio de transporte.

Lo que para ellos fue la solución más práctica para emprender el viaje, y al mismo tiempo la más temida porque tenían miedo de llamar mucho la atención y que los quisieran robar, se terminó convirtiendo en el protagonista menos pensado, ya que les permitió hacerse amigos en cada lugar donde paraban y estar siempre protegidos por la gente que los rodeaba.

“Nuestro miedo era que el lujo de la limusina fuera un problema en los países que creíamos peligrosos, pero nunca nos pidieron dinero. La limo es tan llamativa que la gente se acerca y te invita a su casas, a tomar un café o a cenar, y eso hace que estés más seguro. Podría haber salido todo muy mal, pero por suerte no fue así”, agregó el hombre.

“Lo que queríamos era vivir una aventura, pero no éramos consientes de que la limo iba a ser tan protagonista en el viaje. Viajamos sin teléfonos celulares, al principio sin GPS, sin cubiertas de auxilio, ni seguro médico. Queríamos aprovechar todo el espacio para la comida y ropa”, explicó Lucas sobre el viaje.

Como en toda historia, siempre hay buenos y malos momentos. Para la pareja el mejor momento fue el principio del viaje, cuando se abrieron a las aventuras que los esperaban en el camino. “El mejor momento fue cuando cortamos las cadenas al principio. Lo mejor es cuando descubrís que le hacés caso a tu corazón, y acelerás y salís a lo desconocido, a ser libre. Fue el momento en el que más lloramos y más nos reímos”, explicó Lucas.

Por otra parte, el momento más duro lo vivieron en Colombia. “Un momento muy duro fue en Cartagena, donde, cuando estábamos yendo a embarcar la limusina para cruzar el canal de Panamá, un hombre me increpó cerca del puerto y me presionó un cuchillo muy grande en la boca del estómago. Hizo eso porque pensó que vendíamos droga o algo por el estilo. Por suerte Flor se pudo esconder en un hotel, y después de un rato lo convencí de que éramos viajeros y le expliqué la historia. Era un loco como hay en todas las ciudades, al final me terminó abrazando”, recordó el viajero.

LA VUELTA

Pero, aunque Lucas y Florencia disfrutaron muchísimo los 850 días de viaje, también admiten que ahora extrañan y quieren volver al país. Desde que llegaron a Alaska, su destino final, están buscando una manera de volver a la Argentina, ya que como no tienen visa de trabajo se les complica conseguir la plata para los pasajes de vuelta.

“Empezamos a extrañar mucho a la familia y a los amigos. Queremos estar de vuelta para Navidad. Durante todo el viaje trabajamos todos los días vendiendo fotos, los dos libros que escribimos y escribiendo para distintos medios. Igual sabemos que de alguna manera vamos a poder volver. Si llegamos hasta acá estamos tranquilos que también vamos a encontrar la manera”, agregó el hombre.

El medio transporte ideal por el que quisieran volver es en barco y tardarían un par de meses, pero prefieren ese al avión porque dicen que después de tardar dos años y medio en llegar hasta allá, tampoco se imaginan volviendo en solo 20 horas.

América sin Límites es el nombre del proyecto, con el cual ya publicaron dos libros. Para concluir la aventura quieren escribir un tercer libro, y también hay varios interesados en llevar la historia a la pantalla grande. La pareja vivió en La Habana, en una casa en Hollywood, en un hogar de maestros rurales, en el desierto; cruzaron el Amazonas y la Cordillera de los Andes, entre otras aventuras.

“Nosotros salimos sin dinero, ni ahorros, ni profesión, con el auto que nadie hubiera elegido porque consume mucho y es muy grande. Pero todo eso fue lo que nos ayudó. Yo le diría a cualquiera que lo quiera hacer que le den para adelante si tienen este sueño. Nosotros ni por un segundo nos arrepentimos, porque creemos que es mejor un mal día de viaje que uno de oficina”, concluyó Lucas.

 

 

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