El Tribunal Oral en lo Criminal N°4 de Mar del Plata condenó a 16 años de prisión al pai umbanda Osmar Menéndez (51) por el brutal crimen de María Rosa Zarategui, quien en 2012 le había dado alojamiento en su casa de Valentini al 2400 luego de haberlo conocido por Facebook.
La sentencia fue leída por los jueces Gustavo Fissore y Jorge Peralta ante la presencia de familiares y allegados de la víctima, el fiscal Fernando Berlingeri y el Osmar Menéndez. Ningún familiar o amigo estuvo para acompañar al hombre que fue juzgado por haber asesinado a una mujer.
Para los jueces quedó demostrado que Menéndez y Zarategui se habían conocido por internet en 2012, al intercambiar mensajes en la red social Facebook. Tras unos meses de mantener fluido contacto, el hombre fue a la casa de la mujer para arreglarle su computadora y, al ver que en la vivienda había un altillo, le pidió si podía parar unos días allí, ya que su pareja lo había echado. Zarategui, motiva por la pena o la simpatía, accedió a que Menéndez se mudara al lugar.
Entre la víctima y el victimario cerraron un pacto tácito en la convivencia: Zarategui permitía que Menéndez viviera en el altillo y a cambio él le arreglaría la computadora cada vez que la mujer lo necesitara y, además, él, como pai umbanda que se autoproclamaba ser, haría rituales umbanda para sanear su vida y la de sus familias.
Según lo ventilado durante el debate, en los primeros días de abril era normal encontrar a Menéndez en la casa de Zarategui, utilizando su computadora, bebiendo whisky o fumando un habano. Para cumplir con su parte, Menéndez le había pedido a Zarategui una gallina blanca para sacrificar y prendas de vestir de su nieta, para poder hacer un ritual en su beneficio.
El 12 de abril de 2012, cerca de las 20.30, el cuerpo de Zarategui fue encontrado en la cama de su vivienda, tenía las manos atadas con el cable de un cargador de celular y los pies con un cordón de zapatilla; su cabeza estaba cubierta con una bolsa de nylon y su rostro envuelto en papel film. Además había sido ahorcada con una soga y su cabeza golpeada en reiteradas oportunidades con un objeto similar a un martillo o maza.
Esa misma noche, Menéndez llamó a su expareja y le dijo: “Me tengo que ir, me mandé una cagada”. La mujer, además, contó en el juicio que el imputado había sido violento con ella en dos oportunidades: una vez la amenazó con un cuchillo y otra la quiso ahorcar.
Cuando la policía fue hasta la casa de Zarategui, Menéndez ya no estaba allí. El hombre se había ido a la casa de unos tíos en busca de refugio, pero al enterarse de que era buscado por la policía, esa misma madrugada huyó de Mar del Plata y se fue a Dolores, donde estuvo prófugo por cuatro años.
Los peritos encontraron pruebas contundentes contra Menéndez. En la escena del crimen hallaron un habano con rastros de su ADN, como así también en el listón con el que habían ahorcado a la víctima. Ese listón tenía confeccionado un complejo nudo de marinero, profesión que tenía el imputado. (La Capital)